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Patologías
Por Dra. Lola Tremiño
Pues sí, lo primero que entra en mi maleta cuando me voy o nos vamos de viaje, es mi botiquín homeopático, eso sí, una versión reducida del que tengo en mi casa, aunque para mí, una versión reducida significa llevar cuarenta y cinco medicamentos diferentes.
Aunque parezca algo exagerado, lo cierto es que me resisto a reducir el número de medicamentos que viajan conmigo por si, justo un día, necesito el que no he llevado. Soy consciente de que alguna vez me podrá faltar alguno, pero con estos cuarenta y cinco medicamentos cubro muchos posibles problemas de salud.
Y, ¿cómo los transporto? Pues los llevo en un precioso y sencillo botiquín de fieltro que, hace años, unas monjitas me cosieron, en agradecimiento a mis cuidados.
Afortunadamente, en la mayoría de nuestros desplazamientos, no ha sido necesario “tirar de botiquín”, pero unas cuantas veces, el tener la homeopatía a mano ha sido la “salvación de nuestro viaje”.
Mi intención con este post es contaros como, para mí, es básico viajar con mi botiquín homeopático, y no entiendo el cuidado de la salud si no es con homeopatía. Además, como en los problemas agudos es importante empezar el tratamiento cuanto antes, conviene tener, siempre, los medicamentos homeopáticos a mano.
Como de viajes voy a hablar, empiezo relatando dos situaciones que se nos dieron minutos antes de salir de casa.
En una ocasión viajábamos a Santander, y justo antes de salir, Marcos, mi esposo, estaba buscando una bolsa en un armario de puertas correderas, cuando el tablón de madera que tapaba las ruedas de la parte alta, se desprendió y le golpeó en la cara, justo en la raíz de la nariz. El golpe fue muy fuerte, pero el susto lo fue más. Sintió un intenso dolor y una cierta conmoción. Se tumbó en la cama y rápidamente le empecé a dar ÁRNICA MONTANA, cuyas tomas fui repitiendo cada 15 minutos. Al cabo de unas tres o cuatro tomas, se encontraba bien, por lo que decidimos salir de viaje. Siguió tomando ÁRNICA ya de forma más espaciada, y al día siguiente solo tenía una ligera raya morada en uno de los párpados inferiores.
ÁRNICA es un medicamento cuya efectividad es muy evidente. Quien tenga dudas de la acción de la homeopatía, simplemente que tome ÁRNICA cuando tenga algún golpe o contusión. Su acción es prodigiosa. Este medicamento nos ha “salvado” en muchas ocasiones en nuestros viajes.
Hace años, me caí esquiando y me golpeé fuertemente el hombro izquierdo. Rápidamente comencé a tomar ÁRNICA, que llevo siempre conmigo cuando hago deporte, y lo repetí frecuentemente. A pesar del golpe pude seguir esquiando, pero al final del día, la movilización del hombro me resultaba bastante dolorosa. Durante la noche tomé varias veces más el medicamento, y aunque por la mañana aún tenía algo de molestia, pude continuar con mi actividad deportiva. Gracias al ÁRNICA mi caída no echó al traste nuestra semana de vacaciones en la nieve.
Recuerdo un día en que estábamos listos para salir de viaje y sólo nos faltaba meter en casa a nuestros dos gatos que estaban en la terraza del dormitorio. Cuando fui a coger al pequeño, vi que estaba jugando con una avispa y, de repente, le picó en el morro, en el labio inferior. Pegó un chillido brutal, le agarré como pude y pedí a Marcos que me trajera rápidamente el tubo de APIS MELLIFICA que estaba en el botiquín. El labio empezó a hincharse y a hincharse. La primera toma se la di en gránulos, por la urgencia y, aunque me costó que los mantuviera en la boca, conseguí que los tomara. Diluí unos gránulos en agua y las siguientes tomas se las administré con una jeringa, cosa que hice cada 10minutos. Además, le quité el aguijón que tenía clavado en el labio. Tras la tercera toma de APIS MELLIFICA, la tumefacción, que ya era considerable, empezó a bajar y en menos de una hora había desaparecido por completo. Guardamos de nuevo el botiquín en la maleta y salimos de viaje.
APIS MELLIFICA es otro de los medicamentos homeopáticos cuyos efectos beneficiosos son muy rápidos, evidentes y extraordinarios. He contado el caso de mi gatito, pero en una ocasión fue a mí a quien picó una avispa y me picó en el tabique que separa los orificios nasales, que ya es tener puntería. Qué decir del dolor que sentí, pero nada comparable con la preocupación que me entró por la zona tan delicada en donde me había picado. Noté dolor, hinchazón y acorchamiento en el labio superior, síntomas que iban en aumento. Rápidamente fui a mi botiquín a coger el APIS MELLFICIA y empecé a tomarlo con frecuencia. Tras la segunda toma de APIS, los síntomas empezaron a disminuir progresivamente. Al cabo de varias tomas ya no sentía molestias, ni había inflamación, ni acorchamiento. Sólo si presionaba el tabique notaba algo de dolor. Tomé varias veces más el medicamento y, pasadas unas dos horas, ya no tenía ni la molestia a la presión del tabique.
APIS MELLIFICA también nos ha sido de gran ayuda en algún encuentro que hemos tenido con medusas. Con dos o tres tomas del medicamento, el enrojecimiento y la quemazón desaparecen. También APIS nos ha brindado sus servicios, junto con BELLADONA, en alguna “achicharrada” con el sol y en un par de conjuntivitis en la nieve.
Una vez volábamos a Canarias con una de mis hermanas y mi cuñado. Mi hermana tenía pánico a volar, pero ante lo atractivo de pasar unos días de vacaciones al sol, se armó de valor y decidió emprender el viaje con nosotros. En el trayecto hacia el aeropuerto se sentía fatal, estaba tensa y muy nerviosa. De repente me acordé de mi botiquín homeopático de viaje y la di tres gránulos de GELSEMIUM. ¡Qué maravilla!, a los 15 min se había relajado y estaba tan contenta. Tomó otros tres gránulos del medicamento antes de subir al avión y su viaje discurrió con serenidad y confianza. A partir de esa experiencia, utilizó el GELSEMIUM cada vez que viajaba en avión, hasta que se la quitó el miedo.
Otra vez, íbamos a pasar unos días en un hotel a orillas del Océano Pacífico, en la costa de México. Nuestra intención era descansar y hacer largas caminatas para conocer el lugar. Al día siguiente de nuestra llegada, Marcos amaneció con un panadizo en el dedo gordo del pie, estaba rojo y con gran inflamación alrededor de la uña. Tenía mucho dolor al tacto, lo que le impedía calzarse. Se nos pusieron los pelos de punta de pensar que esa “nimiedad” pudiera alterar nuestros planes en ese bello rincón del mundo. Pero, como la homeopatía es nuestra gran aliada, recurrí a mi botiquín homeopático. Le di HEPAR SULFUR que tomó varias veces a lo largo del día. Pasadas unas horas, se formó una colección de pus que se abrió y drenó espontáneamente. Se lo limpié, se le alivió el dolor y, ya ese mismo día, se pudo calzar. Al día siguiente estaba completamente recuperado con lo que pudimos seguir con nuestros planes.
En una Nochevieja, la homeopatía fue mi solución. Llegábamos a Santander para pasar las fiestas de fin de año con la familia. A media mañana, yo me sentía mal, estaba cansada, tenía dolores musculares y dolor de cabeza, y al mediodía tenía 38,5. Me metí en la cama con el pesar de que se me podía arruinar mi cena en familia, pero con la confianza en que la homeopatía me podría ayudar como siempre. Teniendo en cuenta mis síntomas, tomé GELSEMIUM y EUPATORIUM PERFOLIATUM cada dos horas. A media tarde, empecé a encontrarme mejor y la fiebre bajó. Hacia las 21:30 me levanté, me arreglé y pude asistir a la cena con muy buen estado general. Pude cenar, tomar las uvas y hasta bailar. A lo largo de esa noche seguí tomando la homeopatía y al día siguiente me encontraba perfectamente bien, lo que me permitió celebrar el primer día del año en buena forma.
Otros de los “imprescindibles” en mis viajes, son los medicamentos homeopáticos para las indigestiones y las diarreas. Los viajes se suelen acompañar de buen yantar y las consecuencias de nuestros excesos las corregimos muy bien con NUX VOMICA. En el botiquín van otros medicamentos para los trastornos digestivos como ANTIMONIUM CRUDUM, LYCOPODIUM y PULSATILLA, pero casi siempre NUX VOMICA es nuestro “aliado” en este tema.
En mi caso, mis grandes salvadores han sido: ARSENICUM ALBUM, VERATRUM ALBUM y MAGANESIA PHOSPHORICA. Estando una vez de vacaciones en el mar, hice un cuadro brutal de gastroenteritis tras comer ostras. A las dos horas de comerlas, comencé con un cuadro de vómitos y diarreas de gran intensidad, con un terrible malestar y dolorimiento general que me hacía gemir y con una sensación de desfallecimiento que me obligaba a estar tumbada. Desde el primer momento empecé a tomar VERATRUM ALBUM. Mi marido estaba asustado, quería llevarme al hospital, pero yo, que conozco la acción de la homeopatía en estas situaciones, le dije que estuviera tranquilo, que se me iba a pasar. Lo que experimenté fue muy curioso porque, como os digo, mi estado general era horrible, pero al ratito de tomar los tres gránulos de VERATRUM ALBUM, empezaba a sentir una ligera mejoría que, poco a poco, iba aumentando. Estaba mejor durante unos 5 minutos y, de nuevo, volvía otro episodio brutal de vómitos, diarrea y el terrible malestar general. Tomaba otros tres gránulos del medicamento y de nuevo, en poco tiempo, volvía a experimentar esa mejoría que era interrumpida, unos minutos después, con un nuevo episodio de vómitos y diarreas. Esto se repitió varias veces hasta que la mejoría se mantuvo y ya no tuve más recaídas. Puedo decir que, pasada una hora y media, mi recuperación era completa. A mí misma me parecía mentira que, habiendo estado tan mal, mi situación clínica hubiera revertido tan rápidamente. Pero respuestas así, las he visto en algunas ocasiones.
Tiempo después, estando en Milán, tuve otra gastroenteritis muy severa que me despertó en mitad de la noche. Por los síntomas que tenía, tomé ARSENICUM ALBUM y VERATRUM ALBUM. En esta ocasión, me encontraba aún peor que el día de la gastroenteritis por las ostras. Me sentía francamente mal, no me tenía en pie. Tomé los gránulos de homeopatía con frecuencia y, aunque esta vez tarde un poco más en recuperarme, al cabo de un par de horas, el cuadro había cedido por completo y aunque cansada, me sentía feliz por el alivio y pude dormir. A la mañana siguiente estaba perfectamente bien y os puedo decir que, al mediodía, comí como si nada hubiera pasado.
En otra ocasión tuve un episodio de dolor cólico abdominal, con espasmos muy dolorosos, que me hacían doblar en dos y que se me aliviaban con la presión y el calor de las manos. Tomé MAGNESIA PHOSPHORICA, tres gránulos cada 15 minutos, y tras la tercera toma, el dolor empezó a remitir poco a poco y mi recuperación fue total.
Recuerdo la boda de un sobrino, también en Santander. Yo iba con mi vestidito de tirantes y un chal fino, fino, de esos que una se pone para cubrir los hombros en la iglesia. Pero ¡qué frío hacía en la Iglesia! Cuando terminó la ceremonia, yo estaba como un témpano, con escalofríos, malestar general y congestión nasal. En cuanto salimos del templo, en lugar de ir directamente al ágape, fuimos a casa de mi suegra a por mí botiquín homeopático y me tomé ANNAS BARBARIE y ACONITUM NAPELLUS, los cuales metí en mi mini bolso para tenerlos a mano. Una hora después estaba perfectamente bien. No tenía ni obstrucción nasal, ni sensación de enfriamiento, ni nada, y pude disfrutar del feliz acontecimiento con toda la familia.
Estos son algunos ejemplos de cómo un botiquín homeopático de viaje te ayuda a salvar contratiempos de salud que pueden dar al traste con tus vacaciones.
He relatado algunas circunstancias concretas, pero hay otros medicamentos homeopáticos del botiquín que nos han resuelto otros problemas como torceduras, ampollas por roce o quemadura, pinchazos de erizos, episodios de tos, faringitis, otitis y catarros. Y en lo referente a las otitis, DULCAMARA le ha corregido a Marcos varios episodios de estos que ha tenido por bucear.
Quiero resalta lo importante que es tener a mano ACONITUM NAPELLUS cuando viajas en avión, porque el aire acondicionado de la cabina a veces es gélido y te puede jugar malas pasadas si no tienes contigo este medicamento.
Ni que decir tiene que, cuando viajo en familia o cuando asisto a cursos de formación de otras materias diferentes a la homeopatía (en los congresos y cursos de homeopatía la mayoría de los compañeros viajan con sus botiquines homeopáticos), a veces me convierto en “distribuidora” de tubos de homeopatía. Cuando los amigos tienen algún problema de salud me suelen preguntar si hay algún medicamento homeopático que les pueda ayudar y yo, en mi buena voluntad, les digo no sólo lo que necesitan, sino que, además, les proporciono el medicamento de homeopatía que tienen que tomar. Y cuando viajo con la familia, por lo general, nadie lleva su botiquín homeopático porque dan por hecho que yo llevo de todo y para todos. Y así es. La verdad es que me llena de satisfacción compartir con los que quiero el tesoro que es la homeopatía.
Os podría contar muchas más anécdotas de mi botiquín viajero, pero ya solo quiero concluir diciendo que la homeopatía es una herramienta terapéutica de gran efectividad y de fácil manejo en las situaciones cotidianas. Es importante aprender a utilizar unos pocos medicamentos para solventar los pequeños problemas de salud que nos pueden surgir tanto en el hogar como en nuestros desplazamientos. Y si, además, viajas con niños, la homeopatía se convierte en imprescindible.
¡Qué tranquilidad contar con la homeopatía!
¡Cómo no voy a viajar con mi botiquín homeopático!
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