Yo no quiero enemigos y la Homeopatía, tampoco

“Le preguntaron a Jonh Cleese, el integrante de los Monty Python que mejor representa el arquetipo británico, por la cualidad que más valoraba. La amabilidad, respondió […]”

Así comenzaba un artículo que leía en estos días y que se titulaba Rescate a la amabilidad. El artículo versaba sobre el valor de la amabilidad en estos “tiempos correosos” en los que la razón parece que no lo es si no se acompaña de unas buenas dosis de cinismo y, además, se estampa en la cara de quienes no piensan como uno.

Decía también el artículo que “[…] incluso en su versión más trivial, la amabilidad proporciona réditos de primer grado. Es, por ejemplo, un factor disuasorio de la violencia, en cualquiera de las formas que se presente. No es fácil violentarse con el amable sin caer en la ridiculez.”

La amabilidad es un bálsamo que hace la vida un poco más fácil. Incluso cuando no estamos de acuerdo con alguien, incluso cuando sentimos que alguien no está siendo justo con nosotros, incluso cuando alguien nos ofende abiertamente, la amabilidad es quizás el mejor camino para salir indemnes de cualquier situación. La amabilidad crea un muro mucho más difícil de franquear a la violencia que la propia agresividad. En la lucha entre el agua y la roca, ¿quién acaba venciendo siempre? Pues eso.

Tendemos a identificar la fuerza con la rudeza y la mansedumbre con la debilidad cuando no siempre es así. Yo creo que el núcleo de la fuerza de una persona no reside en la capacidad que posea de desarrollar violencia, del tipo que sea, ante una amenaza sino en su capacidad de devolver amabilidad frente a esta. Identificamos a menudo la fuerza con la agresividad porque, también a menudo, olvidamos el inmenso poder de un gesto amable.

En estos días también, se ha celebrado un debate científico organizado por la Fundación Aldebarán en el que partidarios de la Homeopatía y detractores debatían sobre si esta se sustentaba o no en evidencias científicas sólidas. No tuve la oportunidad de estar presente en el debate pero intenté seguir por Twitter los comentarios que se iban haciendo, re twitteando algunos con los que me identificaba e, incluso, escribiendo algunos propios. Por supuesto, todos eran a favor de la realidad científica de la Homeopatía, hoy ya incuestionable para mí. Y así pasó un debate más y cada cual se fue para su casa, y yo a Santander a dirigir un grupo de trabajo sobre el uso de la Homeopatía en la práctica clínica diaria. Médicos empeñados en mejorar su atención al paciente. Médicos empeñados en ser mejores.

Terminada la sesión clínica con mis compañeros de Santander se me ocurrió entrar en Twitter a ver cómo iban los comentarios sobre el debate y lo que me encontré me impactó muchísimo porque, de verdad, no lo esperaba. Decenas de mensajes insultándome, ridiculizándome, llamándome de todo menos bonito. Bobo, idiota, estafador, timador y algunos deseándome cárcel. De verdad, no es la primera vez que me dicen cosas así pero tantas y a la vez, me sobrecogieron.

Hoy no quiero entrar en el fondo de las evidencias científicas que respaldan la eficacia y la seguridad de la Homeopatía. Si alguien alberga aún alguna duda, le remito al Documento de actualización de las evidencias científicas en Homeopatía del Dr. Abanades y la Dra. Durán. Y si estas evidencias no son suficientes para la Homeopatía creo que no hay evidencias suficientes para ningún acto médico de los que se realzan actualmente.

Y si, aun con todo, usted sigue pensando que la Homeopatía no puede ser porque es imposible y quiere convencerme de ello para que deje de hacer daño a nuestros semejantes, por favor, no me insulte. Cuando me insulta solo consigue alejarme de usted y hacer imposible ningún puente de acercamiento que, en algún momento, pueda hacerme entender su punto de vista. Es imposible el debate científico en los términos de estafador, timador, mentiroso o delincuente. Llegados a ese punto se rompe la comunicación y solo queda el enfrentamiento que, en general, no lleva a ningún lugar que merezca la pena.

Rescatemos la amabilidad en los actos, en los pensamientos y en los sentimientos. Ustedes dicen que los médicos que usamos la Homeopatía como una herramienta más de salud con nuestros pacientes somos unos estafadores y unos embaucadores o, como menos, unos estúpidos, cuando yo, que sí que conozco personalmente a cientos de esos médicos de los que hablan, solo veo grandes profesionales volcados en el empeño de mejorar, de tener más y mejores medicamentos para poder así cuidar mejor de sus pacientes. Y, no se engañen, a la mayoría les cuesta mucho tiempo, dinero y energía formarse en Homeopatía para obtener la única recompensa de sentir que pueden cuidar un poco mejor de sus pacientes.

Lo dicho, hoy no quiero convencer a nadie aquí de las bondades de la Homeopatía, pero sí quisiera convenceros a todos, de un bando y otro, de que los prejuicios y los insultos solo generan enfrentamiento y que el enfrentamiento no construye una sociedad mejor. Y os diré más, que no existe un bando y otro, que todos estamos en el mismo bando, el de la humanidad y que cuanto antes nos demos cuenta antes comenzaremos a mirarnos con otros ojos, unos ojos más amables.

Y eso sí que cambiaría la salud de las personas, de nuestra sociedad y de todo nuestro planeta Tierra.