Qué es el impétigo y cómo tratarlo con Homeopatía
¿Qué es el impétigo? ¿Es contagioso? ¿Podemos prevenirlo? ¿A quién afecta? ¿Cómo se trata? ¿Cómo utilizar la Homeopatía en su tratamiento y prevención?
Sobre estas preguntas y algunas más, trataremos en este post. Vamos a ello.
¿Qué es el impétigo?
El impétigo es una infección bacteriana de la piel que afecta sobre todo a los niños, preferentemente entre los 2 y 6 años, aunque también puede darse en los adultos.
¿Cuáles son sus causas?
El impétigo es una infección superficial de la piel causada por dos tipos de bacterias: Streptococcus pyogenes y Staphylococcus aureus.
Estas dos bacterias es normal que habiten sobre nuestra piel sin causarnos ningún problema. Mientras la piel está intacta, las bacterias quedan fuera y no producen ningún problema. Pero si penetran en el interior de la epidermis, la capa más superficial de la piel, a través de cualquier fisura, herida o, incluso, la picadura de un insecto, puede desarrollarse esta infección que conocemos como impétigo. De hecho, es frecuente que muchas de estas infecciones se produzcan sobre las lesiones de rascado en niños que sufren de dermatitis atópica.
Los forúnculos, la erisipela, las celulitis y las foliculitis son otros tipos de infecciones que estas bacterias pueden provocar en nuestra piel.
Síntomas del impétigo
El impétigo aparece como lesiones rojizas sobre la piel que pronto empiezan a exudar hasta formar unas costras muy características de color amarillo, parecidas a la miel. El picor y el dolor suelen ser muy leves y tampoco se suele acompañar de fiebre ni de afectación del estado general.
Su localización más frecuente suele ser alrededor de la nariz y de la boca, aunque puede aparecer en cualquier parte del cuerpo. En algunas ocasiones pueden aparecer ganglios linfáticos inflamados cercanos a las zonas de piel afectadas.
Una vez que las lesiones se han curado, no dejan cicatrices ni marcas permanentes sobre la piel.
Tipos de impétigo
Según las características de las lesiones se distinguen tres tipos de impétigos:
- Impétigo común
También es conocido como impétigo no bulloso. Es el cuadro más habitual y suele comenzar, como ya comentábamos, con la aparición de pequeñas pápulas rojas, parecidas a la picadura de un insecto, que se llenan de pus (pústulas) hasta que se rompen para formar una lesión costrosa de color amarillo dorado, como la miel. Este proceso suele durar una semana. Con el tiempo las costras desaparecen sin dejar cicatrices ni marcas permanentes.
- Impétigo bulloso
El comienzo suele ser similar al no bulloso, con la aparición de una pápula roja. Pero, en este caso, esta lesión se convierte en una ampolla llena de un líquido amarillento que se rompe para dejar una costra también de color amarillento.
Este tipo de impétigo bulloso suele aparecer en extremidades y tronco, afectando raramente a la cara. Y, a diferencia del común, en este puede haber fiebre y otros síntomas de infección, como malestar general y pérdida de apetito, aunque las lesiones también suelen sanar sin dejar secuelas.
- Ectima
Es la forma más severa pues afecta a capas más profundas de la piel. Son lesiones que acaban formando úlceras dolorosas que supuran pus que acaba dejando costras gruesas amarillentas, con bordes rojos que pican. Estas lesiones curan mucho más lentamente que las anteriores y es frecuente dejen cicatrices permanentes.
Complicaciones del impétigo
Cualquiera de los tres tipos de impétigo pueden evolucionar hacia otro tipo de infecciones de piel más severas, como pueden ser la celulitis o la erisipela. Otras complicaciones, ya menos frecuentes, pueden ser la fiebre reumática o la glomerulonefritis.
¿Es contagioso el impétigo?
Sí, ya que se trata de una infección bacteriana producida por estreptococos y estafilococos.
Sobre nuestra piel viven miles de millones de bacterias con las que convivimos tranquilamente mientras nuestra piel esté intacta y funcione como barrera frente al medio externo. Pero cuando esta barrera se rompe algunas bacterias pueden entrar a través de ella y provocar distintos tipos de infecciones, entre ellas el impétigo.
La mayoría de las bacterias que viven sobre nuestra piel no producirán ningún tipo de infección aunque penetren a través de una herida. Son las bacterias que conocemos como colonizadoras persistentes. Pero hay otras, las colonizadores transitorias, que no suelen convivir permanentemente con nosotros, como es el caso de las causantes del impétigo, que sí podrán generar una infección en la piel si penetran a través de cualquier lesión.
La contaminación con estas bacterias y el contagio de las lesiones suele darse con el contacto piel con piel, aunque también puede ocurrir a través de ropa o enseres contaminados por las bacterias.
Y de la misma manera que la infección puede pasar de una persona a otra, también puede extenderse por otras partes de la piel de la persona afectada al tocarse sus propias lesiones.
Factores de riesgo
Las situaciones que favorecen la aparición de esta infección cutánea son:
- Tener entre 2 y 6 años, que es la edad más frecuente de aparición del impétigo.
- Residir en una zona de clima cálido y húmedo.
- El impétigo se contagia a través del contacto por lo que es mucho más fácil que se produca en entornos de contacto estrecho entre las personas, como en la familia y en la escuela y guarderías.
- Tener lesiones en la piel como eccemas, sarna, quemaduras solares, pequeños cortes o picaduras de insectos.
- Sufrir de diabetes o de alguna enfermedad que debilite el sistema inmune.
- Estar colonizado por estafilococos o estreptococos. Hay algunas personas que portan colonias de estas bacterias de forma natural en su nariz sin que les produzcan problemas normalmente. Pero, en ocasiones, pueden llevar estas bacterias de su nariz a otras partes de su cuerpo con las manos o contagiar, de esa misma manera, a otras personas.
¿Cómo prevenir el impétigo?
La higiene es la clave de la prevención. Lavar bien cualquier herida lo antes posible es una norma básica.
De igual manera, es fundamental no compartir ningún objeto personal o de higiene (toallas, sábanas, juguetes…) de la persona infectada antes de que hayan sido convenientemente lavadas.
Incidir en el lavado habitual de las manos y mantener las uñas cortas en los niños infectados, es también una medida a seguir muy importante.
Diagnóstico y tratamiento convencional
La simple presencia de las lesiones suele ser suficiente para su diagnóstico.
En algunos casos en los que la evolución del impétigo no es satisfactoria, incluso a pesar del tratamiento antibiótico, puede ser necesario tomar una muestra de las secreciones para identificar el antibiótico más adecuado para su tratamiento ya que muchas de las bacterias que causan impétigo se han vuelto resistentes a la mayoría de los antibióticos de uso habitual.
En el post titulado La resistencia a los antibióticos: un grave problema de salud pública, nuestro compañero el Dr Torres, ya alertaba de este serio problema y remarcaba las ventajas de incluir la Homeopatía en el tratamiento habitual de los procesos infecciosos.
El tratamiento convencional consiste en el uso de antibióticos de manera tópica, en forma de cremas. Si el médico lo considerase oportuno, por la extensión o la gravedad de las lesiones, puede llegar a ser necesario la toma de antibióticos vía oral.
Uso y ventajas de la Homeopatía en el tratamiento del impétigo
Lo primero que hay que dejar claro, como siempre, es que el uso de los medicamentos homeopáticos es compatible con la utilización de antibióticos. Es más, en casos severos la sinergia de estos dos tratamientos es, sin duda, la mejor elección para muchos pacientes. El médico experto en Homeopatía valorará la forma de proceder más adecuada en cada caso.
En mi experiencia, los medicamentos homeopáticos resultan de gran utilidad. Incluso, es frecuente que pacientes que no hayan evolucionado favorablemente con el tratamiento antibiótico lo hagan al añadir los medicamentos homeopáticos. De hecho, yo siempre suelo empezar el tratamiento con medicamentos homeopáticos y es muy excepcional que tengamos que acabar recurriendo a los antibióticos.
En los casos severos hay que entender la magnífica sinergia que supone utilizar el medicamento homeopático y el antibiótico a la vez, pues mientras que el antibiótico atacará directamente a las bacterias, el medicamento homeopático se encargará de activar las propias defensas del organismo para que sean ellas mismas las que combatan la infección. Esto, además, tiene la ventaja de que estamos “entrenando” a nuestro propio sistema inmunológico para posibles futuras infecciones.
La Homeopatía nos permita actuar a diferentes niveles, tanto en la prevención como en el tratamiento de las lesiones de la infección, siempre teniendo en cuenta las características de la persona que está sufriendo el impétigo y del estado de las lesiones en cada momento.
En primer lugar quiero citar dos medicamentos homeopáticos que me parecen especialmente relevantes, como son STAPHYLOCOCCINUM y STREPTOCOCCINUM, dos medicamentos obtenidos a partir de lisados de cultivos puros de Staphylococcus aurus y de Streptococcus pyogenes respectivamente, las dos bacterias responsables de estas infecciones. Podremos usarlos tanto en el tratamiento como en la prevención, en los pacientes que tiendan a hacer impétigos de repetición. Estos medicamentos homeopáticos contribuirán a mejorar la sensibilidad de nuestro sistema inmunológico frente al ataque específico de ambos tipos de bacterias.
Una vez de que el impétigo se ha declarado es muy importante tener en cuenta en que estadio de la infección acude el paciente a la consulta y como se están manifestando las lesiones para poder utilizar el tratamiento homeopático más adecuado a cada caso.
Así, pensaremos en medicamentos como HEPAR SULFUR, SILICEA, CALENDULA, PYROGENIUM sobre todo en las primeras fases de las lesiones, pues son medicamentos homeopáticos indicados en estado inflamatorios que tienden a la supuración. Este último, Pyrogenium, está especialmente indicado cuando el impétigo se acompaña además de síntomas más generales como la fiebre.
En la fase costrosa, GRAPHITES, MEZEREUM o ANTIMONIUM CRUDUM son medicamentos homeopáticos de uso frecuente.
Cuando las lesiones presenten ampollas, como en el impétigo bulloso, pensaremos en medicamentos como RHUS TOXICODENDRON, RHUS VERNIX o CANTHARIS, fundamentalmente.
En los impétigos más severos, en donde puedan aparecer úlceras, medicamentos homeopáticos como ARSENICUM ALBUM, CARBO VEGETABILIS, LACHESIS, SECALE CORNUTUM o CALENDULA serán de gran ayuda y habrá que tenerlos muy en cuenta. Además, este tipo de lesiones es frecuente que dejen cicatrices y para evitar que se compliquen y formen queloides medicamentos como GRAPHITES, FLUORICUM ACIDUM, CALCAREA FLUORICA o CAUSTICUM serán de gran utilidad.
También tendremos en cuenta las sensaciones y los síntomas que la persona presenta a la hora de utilizar determinados medicamentos homeopáticos. Así, si el paciente refiere que las lesiones le producen una sensación ardorosa intensa que, paradógicamente, se mejora con calor pensaremos en ARSENICUM ALBUM o cuando estas lesiones sean especialmente dolorosas, HEPAR SULFUR, CHAMOMILLA, CROTON TIGLIUM o LACHESIS serán algunos de los medicamentos a tener más en cuenta.
En relación a la prevención en esos pacientes que están cursando con cuadros de impétigo que se repiten en el tiempo, además de los ya citados STREPTOCOCCINUM y STAPHYLOCOCCINUM y de la ECHINACEA, que actuarán de manera general en cualquier persona, es fundamental contar con el medicamento de terreno de cada persona. Estos medicamentos homeopáticos actuarán estimulando los recursos de autoequilibrio y curación de cada persona, teniendo en cuenta sus características personales, es decir, sus aspectos físicos, mentales, emocionales y sociales.
SILICEA, SULFUR, PSORINUM o GRAPHITES son, entre muchos otros, algunos de los más utilizados.
En resumen: la Homeopatía y sus medicamentos, en manos de un médico experto, siempre suman.
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