Obesidad infantil

En una reciente reunión en el Área de Salud en la que trabajo entre pediatras, endocrinos infantiles y responsables de los planes de salud, se llegó a la conclusión de que han servido de muy poco los planes de prevención de la obesidad infantil, tanto por parte de la administración como de empresas privadas tales como medios de comunicación, hipermercados, etc.

El factor principal a la hora de evitar el sobrepeso en los niños viene dado en gran parte por las costumbres e implicación en el ámbito familiar. Si en casa no se come sano y proporcionado es difícil que el niño desarrolle buenos hábitos alimenticios.

Los padres y sobre todo las madres que son las que suelen encargarse de la alimentación de los niños se debaten entre la insistente presión informativa de los medios de comunicación, internet, el pediatra, etc., y un niño, que cada día  vemos más adicto a la comida basura, a los aditivos alimentarios, a las grasas saturadas que según estudios recientes llegan a producir verdadera dependencia en el niño. Nos podemos imaginar quien gana la batalla.

Recientemente realicé el control de salud a un niño de 11 años que pesaba ni más ni menos que 104 kg. Repasando la historia pude comprobar cómo advertía a la madre desde hacía 8 años en los sucesivos controles de salud del incremento de peso excesivo del chico sin que la familia hiciera nada por evitarlo.

La reflexión es clara. La sociedad conforma una parte de la educación del niño, pero el espejo en que se mira está en su propia casa, en sus padres, hermanos, en sus hábitos y costumbres. Y esa educación se va fraguando desde muy pequeño.

Por supuesto que el mayor sedentarismo actual (se juega poco en la calle y se pasan muchas horas delante de una pantalla), las características constitucionales, (los homeópatas los denominamos carbónicos o brevilineos) y las influencias ambientales suponen una zancadilla diaria a mantener un peso razonable. Pero lo que es evidente es que si no intentamos limitar en lo posible estos factores tendremos un niño, y posteriormente un adulto, con problemas de peso y salud.

Las tipologías constitucionales definidas en terapéutica homeopática, nos permiten avanzar unas tendencias mórbidas (de modo de enfermar) muy útiles a la hora de adoptar una actitud positiva y racional de alimentación y terapéutica que minimicen las patologías a las que probablemente nos veamos  abocados por nuestra constitución.

No dejemos nuestra salud en manos del azar y la improvisación, ni siquiera del médico, pongamos algo de nuestra parte para que nuestros hijos no sean víctimas futuras de milagrosos tratamientos para perder peso, en una sociedad en la que priman los cuerpos esculturales, cuando por otro lado, los alimentos y los hábitos alimentarios son peores que nunca en la historia.