¿Medicina basada en las pruebas….o en las personas? Son compatibles
Vivimos un momento en el que parece que todo lo que no se ve y se toca no existe, un tiempo en el que las prisas y las preocupaciones nos impiden mirarnos a los ojos y escucharnos. Posiblemente por eso, y porque confían en nosotros, las personas que acuden a nuestras consultas esperan sobre todo que les escuchemos. Pero en la mayoría de los casos, lo único que encuentran son pruebas y recetas, más pruebas y más recetas, como si de un partido de ping-pong se tratase. Gregorio Marañón decía que la herramienta más importante de la que dispone el médico es la silla. ¿Por qué lo hemos olvidado? En mi opinión, existen tres factores que coinciden en algún punto para conformar esta realidad, formativos, organizativos y sociales.
1.La formación académica de los médicos, tanto en el pregrado como en la residencia no está centrada en la salud y las personas sino en la enfermedad como protagonista.
En 1910 el informe Flexner estableció la formación académica de los médicos en los Estados Unidos, facilitó el desarrollo tecnológico y científico y la creación de las especialidades. Su contrapartida fue que el conocimiento de la medicina se parceló, el médico general dejó de tener la importancia que había tenido hasta entonces y la atención sanitaria fue progresivamente deshumanizándose.
En la década de los 90 la medicina basada en pruebas nació como una necesidad de disminuir la variabilidad en la práctica médica y la incertidumbre en la toma de decisiones clínicas. Se había creado un nuevo paradigma de la atención sanitaria, con lógicas consecuencias positivas, pero de nuevo se enfatizó en el componente biológico de la actividad médica, considerando los ensayos clínicos la única fuente de información a la hora de tomar decisiones, sin tener en cuenta los aspectos emocionales, psicológicos y sociales del paciente.
Esta propuesta no fue novedosa en sí sino en su metodología ya que los médicos han buscado siempre las mejores pruebas para la atención de sus pacientes. Es posible, que uno de los mejores ejemplos sea el trabajo de Semmelweis (médico húngaro de mediados del siglo XIX) que consiguió disminuir drásticamente la tasa de mortalidad por sepsis puerperal mediante el lavado de las manos antes de atender los partos.
Sin embargo, a pesar de los numerosos ensayos clínicos solo un 15% de los tratamientos que empleamos habitualmente han probado su beneficio, y tratamientos cotidianos como los antidepresivos no demuestran ser mejor que el placebo en el tratamiento de la depresión leve y moderada.
¿Qué debemos hacer en el 85% de las situaciones restantes y cuándo los tratamientos habituales no funcionan? La respuesta, por obvia a veces queda oculta: personalizar, individualizar el tratamiento con cada paciente empleando nuestra experiencia y sus preferencias.
A.Jovell propone como alternativa una medicina basada en la afectividad para alcanzar mejores resultados mediante la combinación de técnica y corazón, conocimiento y valores, conocimiento científico y humanismo en el cuidado de los pacientes.
2. La organización sanitaria. Nos han enseñado a cosificar a los pacientes, a defendernos de sus y nuestras emociones y de poner todos los obstáculos posibles para la comunicación humana: tiempo escaso, deslumbramiento por la tecnología avanzada y resultados rápidos como si la atención sanitaria fuese una fábrica de tornillos.
En los hospitales y consultas abarrotadas a menudo las personas son números, diagnósticos, fuente de enfado y frustración.
El atuendo del paciente despersonaliza y deshumaniza. Un anciano que siempre ha sido pulcro se ve vestido con una “bata” enseñando sus “vergüenzas” y sin posibilidad de expresar su opinión. Una profesora universitaria no encuentra a nadie que le explique qué pruebas le van a realizar ni por qué. Un niño asustado por el dolor de oídos solo siente hostilidad a su alrededor, una madre que acaba de serlo no sabe dónde se encuentra su hijo…
Por ello los pacientes siente con más frecuencia de lo deseable miedo, hostilidad y desconfianza cuando lo que buscan es todo lo contrario, escucha, empatía y confianza.
3. La medicalización de la vida. Estamos aprendiendo en nuestras casas, en los medios de comunicación y de la sociedad en general a consumir de forma compulsiva y creciente recursos sanitarios.
Se convierte a los sanos en enfermos, se crean enfermedades de dudosa entidad real a las que se asocia uno o varios medicamentos, se transforma la vida en enfermedad haciendo a la embarazada una enferma en lugar de una mujer feliz, se somete a riesgos innecesarios de radiación a toda la población por motivos banales, se convierte en bandera de salud la inclusión de vacunas con escaso fundamento científico, se presume, se presume y se presume mientras se genera miedo. Miedo a la vida: “Acuda a su médico si tiene tos, tome medicamentos rápidamente si sus niveles de colesterol son superiores a 200, consulte a su farmacéutico, no deje de acudir a urgencias si el niño tiene fiebre”….
Por estos, y otros muchos caminos hemos llegado a una especie de fundamentalismo tecnológico deshumanizador sin pararnos a pensar que desde Hipócrates la práctica de la medicina es una suma de ciencia y arte, y que solo los verdaderos maestros que hemos tenido se han ocupado de recordárnoslo.
Deberíamos preguntarnos si existen otras rutas académicas y formas más adecuadas de aprender y ejercer la medicina, centrada en el paciente, humanística y holística y modos de organización y asistencia sanitaria que generen confianza y salud.
Y en este escenario, si nos paramos a pensar tenemos que desaprender y enseñar a nuestros compañeros y residentes a desaprender.
Así, intentaremos buscar la senda de la verdadera medicina. Y esta senda está abierta a todo aquel que sepa combinar corazón y técnica.
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Perfecto su artículo. Vivo en Brazil, en la región sur, en la provincia de Santa Catarina, soy medico Homeópata, por la asociación medica Homeopatica Argentina, y médico de familia. Creo que la lucha nuestra es un trabajo de Hércules, pero muy gratificante.
Muchas gracias por tu comentario. Resulta muy gratificante comprobar que el blog llega a compañeros de lugares tan lejanos en geografía y cercanos en el corazón.
Saludos desde Argentina, colega!
De veras que has publicado un excelente artículo.
Soy médico homeópata de Buenos Aires, Argentina graduado en la Fundación Centro Argentino de Homeopatía Hahnemanniana.
Lo que contás en tu nota es un problema “globalizado”.
Gracias a Dios que con la ayuda de la homeopatía podemos seguir desintoxicando a nuestros pacientes y brindándoles una atención médica humanizada.
Te deseo muchos éxitos con el blog. A vos y a los demás miembros de Hablando de Homeopatía.
Un gran abrazo!
Muchas gracias amigo por tus palabras y tu apoyo.
Nuestra intención con el blog es crear un lugar de encuentro y opinión que permita mejorar la asistencia a los pacientes y fortalecer esta gran terapia que es la homeopatía.
Contamos con todos vosotros.
Desde Madrid, un fuerte abrazo. Y ¡ ojalá podamos departir en Buenos Aires!