El sistema inmune: ¿Qué papel juega? ¿Cómo fortalecerlo?

A raíz de la pandemia del Covid hemos oído hasta la saciedad, hablar a los expertos del término “inmunidad”. Pero, ¿sabemos realmente que es la “inmunidad”? y qué papel juega tiene en nuestro organismo. Vamos a saber un poco más sobre ella y que nos pueden aportar los medicamentos homeopáticos para mejorarla.

Qué es la inmunidad

El término Inmunidad es una palabra que procede del vocablo latino immunĭtas y que hace referencia a la cualidad de inmune. En el ámbito de la medicina, es la forma en que el sistema inmunitario protege el cuerpo contra las enfermedades causadas por infecciones.

Desde que estamos en el vientre de nuestra madre, vivimos expuestos a la actividad, a menudo perjudicial, de innumerables microorganismos -bacterias, virus, hongos, parásitos-. Nuestro organismo cuenta con la mejor defensa natural ante ellos: el sistema inmunitario. Sin él, cualquier infección aparentemente banal podría matarnos.

Formado por una compleja red de órganos, tejidos, células y algunas sustancias específicas, e impecablemente organizado, es capaz de reconocer miles de microbios diferentes y de destruir con eficacia los cuerpos extraños que llegan a nuestro organismo.

Hasta aquí bien, pero cómo los reconoce.  A través de la detección de unas partículas presentes en esos microorganismos, conocidas como antígenos, y que funcionan como una señal de algo que es ajeno a nuestro organismo.

Pero el sistema inmune no solamente nos defiende contra las infecciones. También es capaz de detectar tempranamente y eliminar células que dejan de funcionar adecuadamente en el cuerpo y que podrían dar origen a algún tipo de enfermedad, por ejemplo, un tumor canceroso. A esto se llama vigilancia inmunitaria y es otra de sus principales funciones.

Aunque el cuerpo humano es “máquina” maravillosa, en ocasiones, el sistema inmunitario puede tener fallos en su funcionamiento. Por ejemplo, al detectar como extraños al organismo elementos que no lo son (enfermedades autoinmunes) o al reaccionar desproporcionadamente, caso de las alergias.

Cómo funciona nuestra inmunidad

Para entender cómo funciona nuestro sistema inmune, tenemos que hablar necesariamente de los glóbulos blancos y de la memoria inmunitaria.

Como sabéis en nuestra sangre tenemos células de 3 tipos. Los llamados glóbulos rojos o hematíes que trasportan el oxígeno que tomamos con la respiración y lo transportan a los tejidos. Las plaquetas, fundamentales para la coagulación y los glóbulos blancos que son los que nos interesan al hablar de inmunidad.

Los glóbulos blancos, también conocidos como leucocitos, se fabrican almacenan y maduran en diferentes partes del cuerpo, como el timo, el bazo, la médula ósea o los ganglios linfáticos, entre otros. Estos glóbulos pueden ser de varios tipos y cada uno ataca al “enemigo” de una manera distinta pero complementaria entre sí.

Cuando nuestro sistema inmunitario reacciona ante una infección, se da una respuesta que conocemos como inflamación, producida por el desplazamiento de los glóbulos blancos -nuestras células defensoras- hasta el punto del organismo en el que están actuando los microorganismos infecciosos. Por ejemplo, cuando nos hacemos una herida o, en un catarro, la garganta.

En general, ante la presencia de sustancias desconocidas, los glóbulos blancos se desplazarán de manera coordinada a través de los vasos sanguíneos y linfáticos a la parte del cuerpo afectada con el fin de combatir la amenaza.

En concreto, uno de estos tipos de glóbulos blancos fabrica anticuerpos específicos para combatir los antígenos, esas partículas que nuestro organismo reconoce como extrañas.

Una vez superada la infección, y cuando se produce un segundo contacto con ese antígeno, nuestro sistema inmunitario es capaz de reconocer esos agentes que nos habían atacado con anterioridad. Esto se llama memoria inmunitaria.

Los glóbulos blancos que recuerdan ese patógeno en concreto, producen más rápido, en más cantidad y de mejor calidad, los anticuerpos específicos que se requieren. De esta forma, si vuelve a presentarse el mismo agente infeccioso, estaremos preparados para combatirlo y nuestro sistema inmune dará una respuesta mucho más inmediata y eficaz.

Qué tipos de inmunidad hay

INMUNIDAD INNATA O NATURAL

Los seres humanos no nacemos desprotegidos, ya que, desde nuestro nacimiento, contamos con una protección inmunitaria natural que nos protege de antemano y de manera global contra una gran variedad de gérmenes. Esta inmunidad innata incluye también la primera barrera de defensa del organismo que constituye la propia piel y las membranas mucosas de la nariz, la garganta el aparato urinario o el tracto gastrointestinal.

INMUNIDAD PASIVA

Es una protección inmunitaria que no procede del propio organismo y es temporal. Ejemplos de ello son los anticuerpos que la madre transmite a su bebé mediante la lactancia durante los 6 primeros meses de vida o la administración de una gamma globulina para el tétanos.

INMUNIDAD ADQUIRIDA

Por último, el sistema inmune también tiene la capacidad de emitir una respuesta dirigida en contra de un patógeno concreto. Es lo que llamamos inmunidad adquirida, adaptativa o activa, que va cambiando a lo largo de la vida: cada vez que una persona de cualquier edad entra en contacto con un nuevo microorganismo nocivo, bien sea por vacunación o por una infección, adquiere inmunidad contra él.

En nuestro desarrollo, iremos adquiriendo una memoria inmunológica que nos librará de volver a padecer enfermedades por gérmenes similares.  Por este motivo, los jóvenes y adultos suelen contraer menos enfermedades infecciosas que los bebés y los niños.

Dentro de este capítulo podemos incluir a la inmunidad que se genera cuando nos vacunamos contra un agente infeccioso, por ejemplo, la gripe.

INMUNIDAD COLECTIVA, DE LA COMUNIDAD O DE GRUPO

Es la protección contra una enfermedad infecciosa que se produce en una comunidad dónde muchas personas están vacunadas contra esa enfermedad. Resulta más difícil que la enfermedad pase de una persona a otra cuando el número de personas vacunadas contra la enfermedad es suficientemente alto.

La inmunidad colectiva ayuda a proteger a quienes no se han vacunado, como los recién nacidos, las embarazadas o las personas que no se pueden vacunar porque tienen determinadas enfermedades que contraindican la vacunación.

Qué ocurre cuando el sistema inmune falla

Como ya he comentado, hay veces que puede producirse un fallo en la respuesta del sistema inmunitario contra los antígenos. Estos fallos, a menudo tienen un origen desconocido.

Estas alteraciones inmunológicas pueden producir 4 tipos de problemas de salud:

PROBLEMAS ALÉRGICOS:  Las personas alérgicas presentan una respuesta inmunitaria desproporcionada a sustancias que llegan del exterior (alérgenos), aunque para otras personas sean inofensivas

INMUNODEFICIENCIAS: Estos trastornos se producen cuando faltan uno o varios de los componentes que forman el sistema inmunitario o no funcionan adecuadamente. Son varias las causas que pueden estar involucradas en este problema de salud.
Pueden ser enfermedades que se presentan desde el nacimiento y otras veces se tata de inmunodeficiencias adquiridas como es el caso del Sida,

ENFERMEDADES AUTOINMUNES: en este caso, el sistema inmunitario ataca nuestras propias células y tejidos, aunque estén sanos, al confundirlas con cuerpos extraños. Entre las patologías más conocidas este tipo se encuentran la enfermedad de Crohn, la colitis ulcerosa, lupus, artritis reumatoide, esclerosis múltiple, celiaquía, algunos problemas de la tiroides, etc.

CANCERES DEL SISTEMA INMUNITARIO: algunos tipos de cánceres pueden afectar a las células y tejidos que componen el sistema inmunitario, como es el caso de la leucemia o del linfoma, uno de los cánceres más comunes en la infancia.

Cómo puede ayudar la homeopatía al sistema inmunitario

Como en más de una ocasión hemos comentado en este blog. La homeopatía es un método terapéutico holístico y por tanto entiende que los distintos sistemas de nuestro organismo funcionan como un conjunto, por lo que para para llegar a entender la enfermedad no debemos limitarnos a valorar solo una parte, reduciendo así las posibilidades de curación o mejoría.

La experiencia clínica me ha permitido ver como la tendencia a recaer de determinadas enfermedades, infecciosas o no, debe ser abordada valorando en el paciente no solo la patología de la que recae. Cuando he estimulado la inmunidad de modo general me ha sido mucho más difícil tratar al paciente.

Por el contrario, cuando he tenido en cuenta las características morfológicas y de personalidad, los antecedentes personales y familiares y las peculiaridades de la enfermedad en cada individuo, he sido mucho más eficaz en el tratamiento. Poder actuar sobre las distintas facetas que presenta cada paciente es quizá la mayor de las ventajas que aporta la homeopatía

El plantear un tratamiento homeopático específico e individual a cada paciente me ha permitido tratar tanto las formas agudas o de repetición de la enfermedad, como en las patologías crónicas por definición, reducir las recaídas o brotes.

Los medicamentos homeopáticos al estimular la propia capacidad curativa de nuestro cuerpo, resultan una magnífica opción para estimular nuestra inmunidad, bien de modo general, inespecífico, como de modo específico contra una patología concreta.

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