18 de noviembre: Día Europeo para el uso prudente de Antibióticos
Una Gran Vía llena de bacterias podría ser la imagen de una película de ciencia ficción con ciertos tintes apocalípticos o una realidad dentro de 30 años en función de lo que la sociedad decida hacer con respecto al empleo de antibióticos.
El 18 de noviembre es un día de concienciación social más que de celebración. De conocer y reflexionar para actuar de forma apropiada ante uno de los mayores riesgos para la salud a los que nos enfrentamos.
Podemos considerar la resistencia a los antibióticos un problema de similar magnitud al cambio climático y la solución a ambos problemas está en nuestras manos.
A pesar de los esfuerzos de las instituciones sanitarias a nivel nacional, europeo y mundial, el uso imprudente de antibióticos sigue siendo habitual en nuestro país.
Hoy mismo, me decía una paciente joven y universitaria que había empleado la amoxicilina que le había sobrado de hace meses para tratar un proceso catarral. El asunto nos ha ocupado unos cuantos minutos de reflexión y concienciación en la consulta.
Mal uso de los antibióticos
Sin embargo, a menudo la situación llega a ser descorazonadora, porque a pesar de las múltiples recomendaciones y documentos de los profesionales expertos en enfermedades infecciosas el mal uso de los antibióticos es algo cotidiano.
Lo es en las residencias de ancianos, en las consultas de los dentistas, en las urgencias hospitalarias, en los centros sanitarios privados, en los hogares, en el ejercicio de la veterinaria de pequeños y grandes animales; y por supuesto, en los centros de salud.
Nos equivocamos al prescribir antibióticos en procesos virales, al no realizar test rápido de estreptococo en los pacientes con faringitis aguda para valorar la necesidad de empleo de amoxicilina, ni de PCR en pacientes con sinusitis (más del 90% son virales) que acaban recibiendo un antibiótico que no necesitan, al tratar las bronquitis agudas de origen viral con antibióticos o usar antibióticos en las bacteriurias asintomáticas en ancianos (5 mitos) con deterioro cognitivo cuya única ventaja será crear resistencias para ellos cuando lo precisen de verdad y para toda la población. Y podríamos seguir hablando de errores en un larguísimo etcétera.
5 mitos sobre las infecciones del tracto urinario en personas mayores en residencias geriátricas
¿Qué quiero decir? ¿Qué vale la pena decir?
¿Qué es tan doloroso como para gritar?
Para que algo surja de esta arena,
¿Qué torres debo ablandar?
Ana Blandiana
Antibióticos en procesos catarrales
Hay algo que me cuesta mucho trabajo entender: el empleo de quinolonas (antibióticos de amplio espectro indicados solamente en infecciones graves) para cualquier proceso catarral ignorando que cuando son de verdad necesarias ya no funcionan en el 30% de los casos y pueden provocar graves efectos secundarios sobre todo, en los ancianos.
También me produce perplejidad observar cómo en los servicios de urgencias y en las consultas de odontología especialmente, se usa como agua del grifo amoxicilina con ácido clavulánico a dosis altas sin pararse a pensar que estamos provocando diarreas y favoreciendo las resistencias bacterianas.
Hemos sembrado lluvias, recogeremos tempestades. Y por este camino, nos tocará llorar. ¿Qué torres debemos ablandar?
Siento ser tan duro, tan alarmista, tan vehemente, pero el único propósito de estas líneas es hacer pensar un poco a los lectores y compartir con ellos la preocupación de los sanitarios sensatos partiendo de la base de que como le digo a mis pacientes todos los días en la consulta que los médicos hemos perdido el sentido común. Y por ello, muy a menudo somos peligrosos.
Errores en el uso de antibióticos
Podemos volver a resumir los principales errores (tabla 1) en el uso de antibióticos:
Tabla 1. Principales errores en el uso de antibióticos
Las predicciones no son nada halagüeñas. Si seguimos por el mismo camino es previsible que en 2050 podamos volver a morirnos por enfermedades infecciosas que actualmente son tratables y curables en la mayoría de los casos. Es decir, volveremos a la era pre-antibiótica de nuestros abuelos y bisabuelos.
Y pensaremos como el protagonista de Midnight in Paris que no puedo ir al dentista u operarme de apendicitis o tratarme una neumonía o una uretritis porque no tenemos ya a nuestro alcance ni penicilina ni azitromicina, ni nada.
Cuando en los años 40 del siglo pasado comenzó a fabricarse la penicilina y llegó progresivamente a los hogares en los 50 y 60 los ciudadanos de este país eran conscientes de que se trataba de un bien muy escaso y valioso: un tesoro.
Como siempre en la historia de la humanidad la codicia de algunos y la molicie de muchos nos están conduciendo al desastre. Nos estamos comiendo el tesoro al ritmo de ¿A quién le importa lo que yo haga? de Alaska cuando tendríamos que cantar al unísono A quien corresponda del justamente premiado Serrat para que tomásemos medidas.
A tiempo estamos. Contemos con la información científica y el poder ciudadano para cambiar las cosas. Entre todos podemos.
Pero es necesaria mucha formación a los profesionales, mucha información a los ciudadanos y mucha conciencia y estrategia en los poderes públicos para conseguir el objetivo: el uso prudente, científico y racional de los antibióticos, que a día de hoy siguen siendo un tesoro.
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