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Patologías
Por el Dr. Guillermo Basauri
En este post vamos a entender qué es la enfermedad de la gota y cómo la homeopatía puede ayudarnos en su prevención y en su tratamiento, una enfermedad que afecta a entre el 1% y 2% de la población en algún momento de su vida. Es mucho más frecuente entre los varones que entre las mujeres y suele manifestarse sobre todo a partir de los 30 años.
Ya en el Antiguo Egipto se habla de esta enfermedad que afectaba al dedo gordo del pie. En el Papiro de Ebers, un tratado médico escrito 1500 años antes de Cristo, se hablaba del uso de Colchicum para su tratamiento, planta de la que obtenemos la colchicina actual que es uno de los medicamentos indicados para esta dolencia. Otros médicos de la antigüedad como Hipócrates (460-370 a.C.) y Galeno (130-200 a.C.) también dejaron referencias escritas sobre la enfermedad de la gota.
Fue clásicamente una enfermedad de reyes y clases pudientes pues, como veremos, está asociada en gran medida al consumo excesivo de carnes y alimentos ricos en purinas y al aumento en la sangre del ácido úrico que esto provoca.
¿Qué es la enfermedad de la gota?
La gota es la consecuencia del acúmulo de cristales de urato monosódico, una sal derivada del ácido úrico, en las articulaciones y en los tejidos que las rodean. En algunas personas con tasas altas de uratos en sangre también pueden llegar a cristalizarse en el riñón generando cálculos.
La articulación que con mayor frecuencia sufre estos depósitos es la metatarsofalángica del dedo gordo del pie, aunque también puede afectar a otras articulaciones como tobillos, rodillas o muñecas.
Podemos entender por todo ello que la gota pueda considerarse entre las artritis, inflamaciones articulares, de tipo metabólico.
Causas de la enfermedad de la gota
La gota se produce por un aumento del ácido úrico en sangre, si bien es verdad que no todas las personas con ácido úrico elevado van a desarrollar la enfermedad.
El ácido úrico se produce cuando en el cuerpo se descomponen las purinas, sustancias presentes en el organismo de forma natural y que también están presentes en alimentos que habitualmente ingerimos como carnes rojas, vísceras, pescados azules y mariscos. Las bebidas alcohólicas, sobre todo la cerveza, y el azúcar contribuyen también al aumento del ácido úrico en sangre.
Normalmente el ácido úrico se filtra a través de los riñones y se expulsa por la orina, pero a veces el cuerpo produce demasiado o los riñones no son capaces de filtrarlo adecuadamente, con lo que se produce un aumento en sangre que puede acabar cristalizando en las localizaciones citadas.
Las causas de esta elevación de los niveles de ácido úrico en sangre pueden ser diversas. En base a esto tendremos dos tipos de enfermedad gotosa:
- Gota primaria. Es la más frecuente y se corresponde con personas en las que no hay ninguna enfermedad que cause este aumento del ácido úrico.
- Gota secundaria. Cuando existe una enfermedad que justifica este desequilibrio metabólico del ácido úrico. Puede tener que ver con procesos que aumenten su producción como la policitemia, la anemia hemolítica, leucemias o cánceres, entre otras. Y también con enfermedades que disminuyan su eliminación renal como la insuficiencia renal, el riñón poliquístico, la diabetes o el hipotiroidismo. El consumo de algunos medicamentos puede también estar detrás del origen de la enfermedad gotosa.
Factores que predisponen a sufrir gota
Hay factores que van a favorecer la aparición de la gota, como pueden ser:
- Alimentación. Ya sabemos cuáles son los alimentos que producen un aumento del ácido úrico y de los procesos inflamatorios, así que una alimentación basada en legumbre, cereales integrales, verduras, frutas y pequeñas raciones diarias de semillas y frutos secos será clave para evitar la enfermedad. Y a esto debemos añadir un consumo razonable de pescado y huevos, junto con el consumo excepcional de carnes y derivados, mariscos, dulces y productos industriales. Aquí podrás encontrar interesantes consejos sobre qué alimentos evitar y cuáles consumir.
- Sobrepeso. A mayor peso nuestro organismo produce también mayor cantidad de ácido úrico.
- Antecedentes familiares. Existe más riesgo de sufrir gota si se tienen familiares cercanos que la padecen o hayan padecido.
- Sexo. Como ya comentamos, los varones son mucho más propensos a padecer la enfermedad, si bien es cierto que la incidencia entre las mujeres aumenta tras la menopausia.
- Enfermedades. Además de las ya citadas cuando hablábamos de la gota secundaria, otras dolencias como la hipertensión mal controlada, el síndrome metabólico o algunos problemas cardíacos también pueden jugar un papel predisponente. En algunas personas, un traumatismo importante o una cirugía pueden desencadenar un ataque de gota.
- Medicamentos. Diuréticos y otros medicamentos usados en el control de la tensión arterial, quimioterápicos para el cáncer, medicamentos inmunosupresores usados en los pacientes trasplantados, incluso la aspirina, entre otros, pueden ser responsables del aumento del ácido úrico en algunos pacientes sensibles. Algunas vacunas también pueden desencadenar un ataque de gota.
Síntomas de la gota
Lo primero insistir en que no todas las personas con el ácido úrico alto en sangre van a sufrir de gota. Muchas personas con tasas moderadamente elevadas nunca van a padecer un ataque de gota, pero cuanto más alta es la hiperuricemia más probabilidades tiene la persona de desarrollar una artritis gotosa.
La gota se manifiesta con ataques repentinos y más o menos severos de dolor acompañados de hinchazón, enrojecimiento y calor en una o más articulaciones. Siendo la más frecuente el dedo gordo del pie, lo que se denomina podagra, también pueden afectarse otras articulaciones como rodillas, tobillos, hombros o el dorso del pie. Es frecuente que estas crisis de dolor se den en plena noche y despierten a la persona que la sufre. La articulación afectada está caliente, hinchada y tan sensible que hasta el peso de la sábana puede parecer intolerable.
El dolor tiende a ser de inicio brusco y suele alcanzar su máxima intensidad a lo largo del primer o segundo día, desapareciendo progresivamente en los dos o tres días siguientes. En las crisis más severas el dolor puede persistir, más suave, durante varias semanas.
Lo habitual es que, si no se controla la enfermedad, estos ataques se repitan a lo largo del tiempo y es frecuente que los sucesivos ataques duren cada vez más y afecten a más articulaciones. Al principio el paciente no tiene ninguna sintomatología entre las crisis, pero con el tiempo y la repetición de las crisis pueden quedar molestias más o menos cronificadas, además de una limitación de la movilidad articular. Como en cualquier artritis, los sucesivos ataques pueden acabar produciendo lesiones permanentes en las articulaciones afectadas.
Si la enfermedad se mantiene largo en el tiempo pueden aparecer los tofos, que son acúmulos indoloros de ácido úrico que se depositan bajo la piel en diferentes articulaciones. Si los niveles de ácido úrico permanecen altos, los tofos tenderán a crecer, de la misma manera que tienden a desaparecer si la enfermedad se controla. Como decía, los tofos tienden a no ser dolorosos, pero pueden inflamarse y mostrase sensibles al roce durante los ataques agudos.
Y no hay que olvidar la posible afectación renal que pueden sufrir estas personas.
¿Cómo se diagnostica la gota?
Se sabe que una persona tiene gota por la exploración y el aspecto de la articulación afectada, junto con la detección de niveles altos de ácido úrico en sangre. Hay que tener en cuenta que estos niveles pueden estar altos y la persona no llegar a sufrir nunca ningún cuadro de gota y que también personas con niveles normales de ácido úrico pueden manifestar síntomas gotosos.
En caso de que haya dudas sobre el diagnóstico se podrán pedir otras pruebas como análisis del líquido de la articulación, radiografías, ecografías o tomografías.
Tratamiento convencional de la gota
Los medicamentos utilizados en la gota tienen dos objetivos; aliviar el dolor y la inflamación en los ataques agudos y disminuir los niveles de ácido úrico en los pacientes que sufren crisis de repetición.
Para el primer objetivo se utilizan los antiinflamatorios no esteroideos que pueden ir desde el ibuprofeno o el naproxeno hasta otros más potentes como la indometacina. Los corticoides y la colchicina también estarían indicados en los ataques agudos de gota.
Para regular los niveles de ácido úrico en sangre se utilizan medicamentos como el alopurinol, que reduce la cantidad de este ácido que produce el cuerpo, y otros medicamentos que lo que hacen es mejorar su eliminación renal.
Hay que tener en cuenta que todos ellos son medicamentos con potenciales efectos secundarios importantes.
Cuidar la alimentación, evitar el sobrepeso y hacer ejercicio habitualmente, puede contribuir muy favorablemente en el pronóstico y la evolución de estos pacientes.
La homeopatía en el tratamiento de la gota
En cualquier enfermedad que evolucione a brotes, como es el caso de la gota, en homeopatía podremos contar con medicamentos homeopáticos que actúen en el caso de las crisis agudas y medicamentos que nos ayuden a equilibrar el “terreno” del paciente y modular la evolución de la enfermedad crónica. Además, al tratarse de una enfermedad metabólica, la activación de la función hepática y renal que pueden tener algunos medicamentos homeopáticos podrán ayudar en gran medida a estos pacientes.
Medicamentos homeopáticos para los ataques de gota
LEDUM PALUSTRE. Posiblemente este sea el medicamento más utilizado en las crisis de gota. Será útil en los pacientes que presentan una articulación dolorosa, hinchada y caliente. El dolor empeora por la noche, con el calor de la cama y con el roce de las sábanas. Mejora con el frío.
APIS MELLIFICA. Usaremos Apis cuando la articulación esté rosada y muy edematosa. El paciente se queja de un dolor punzante y ardiente que mejora con el frío y se agrava con el tacto.
BRYONIA. Los pacientes que se benefician de este medicamento presentarán también un importante edema en la zona. El dolor articular empeora al más mínimo movimiento; la persona intenta por todos los medios no mover en absoluto la articulación afectada. En este caso el dolor mejora con calor y, como comentamos, con inmovilidad total.
ARNICA. Este medicamento homeopático está indicado cuando la crisis aparezca tras esfuerzos físicos o como consecuencia de microtraumatismos repetidos, como calzar zapatos mal adaptados al pie.
RHUS TOXICODENDRON. Lo más característico de este medicamento es que el dolor va a mejorar con el movimiento lento y continuado y con las aplicaciones calientes.
LACHESIS. La articulación afectada presenta un edema violáceo, dolores pulsátiles y está extremadamente sensible al tacto.
Medicamentos homeopáticos para el terreno gotoso
LYCOPODIUM. Es un gran medicamento de acción renal, hepática y metabólica, por lo que es razonable pensar que será de utilidad en muchos pacientes gotosos.
SULFUR. Las personas que se benefician de este medicamento homeopático suelen ser congestivas, calurosas, pletóricas, impulsivas y muy expansivas. Les gusta el “buen comer” y el “buen beber” y esta suele ser la causa de sus problemas metabólicos y de sus ataques de gota.
CALCÁREA CARBÓNICA. Son personas de constitución ancha y con tendencia al sobrepeso y a las litiasis renales. También les gusta comer como a Sulfur, pero se muestran más controlados con sus apetitos. Son más frioleros y con un carácter menos expansivo.
LEDUM PALUSTRE. Este medicamento homeopático, del que ya hemos hablado de su utilidad en los ataques de gota, resulta también de gran utilidad en el tratamiento del terreno gotoso. Suelen ser enfermos pletóricos con la cara congestiva. Se afecta muy característicamente la articulación del dedo gordo del pie, pero si los niveles de ácido úrico no se controlan, la enfermedad evolucionará afectando a otras articulaciones, de abajo hacia arriba; pie, tobillo, rodilla, miembros superiores. De especial interés en pacientes con elevados consumos de alcohol.
LACHESIS. Este es otro medicamento muy útil en las crisis y en el tratamiento de la enfermedad crónica. Como en el caso de Ledum, también es interesante pensar en él en el contexto del alcoholismo.
COLCHICUM. Ya conocida esta planta desde la antigüedad para el tratamiento de los pacientes gotosos, es natural que también contemos con ella para obtener un buen medicamento homeopático para estos enfermos. Muy indicado en el dolor del dedo gordo del pie que se agrava con el mínimo roce o el más pequeño movimiento.
Medicamentos homeopáticos con acción drenadora
BENZOICUM ACIDUM. Uno de los medicamentos homeopáticos indicados en el aumento del ácido úrico acompañado de dolores articulares. Es clásica la localización de estos dolores en el tendón de Aquiles, rodillas y muñecas, aunque puede verse afectada cualquier articulación. El paciente suele presentar orinas de color oscuro y olor muy fuerte, como a amoniaco.
BERBERIS VULGARIS. Este medicamento homeopático facilita la eliminación renal de uratos y es especialmente útil en las personas que han sufrido de piedras en el riñón. También es un gran drenador hepático.
SOLIDAGO. También conocida como Cetro de oro o Hierba de los judíos, el solidago es otra de las plantas con un profundo efecto sobre el hígado y los riñones.
Estos son algunos de los medicamentos homeopáticos más usados en la enfermedad de la gota. El médico experto en homeopatía, según las características personales y clínicas de cada paciente, encontrará los medicamentos más indicados para cada persona, siempre individualizando cada tratamiento.
Además, como siempre, podremos combinarlos con otros medicamentos más convencionales con total seguridad, siempre que se considere indicado. Y podremos usarlos en cualquier paciente, incluso en mujeres embarazadas, en personas con múltiples medicaciones o en pacientes con problemas renales o hepáticos.
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