Escritos

Núm. Colegiado: 1023 (Burgos)

Cuando empecé a estudiar la terapéutica homeopática no sabía el alcance que esa decisión tendría en mí, ni todo lo que iba a aportar a mi carrera profesional, a mi concepción del paciente y al modo tan distinto que tiene cada uno de enfermar: todo ello totalmente desconocido para mí. Es un camino largo y duro, que exige mucho estudio pero que como profesional de la salud me ha aportado mucho conocimiento adicional que puedo aplicar en mí día a día en mi relación con mis pacientes en la farmacia.

A través de esta terapéutica he logrado en primer lugar aprender a escucharlos, aprender a conocerlos mejor, a comprender por qué reaccionan de la forma que reaccionan, y no sólo desde el punto de vista somático sino también emocional. Y gracias a este conocimiento he podido adaptar tratamientos para cada uno de ellos de forma totalmente individualizada. No hay dos alérgicos iguales, aunque la causa etiológica sea la misma. No hay dos asmáticos iguales, ni dos hipertensos iguales ni dos cuadros de ansiedad iguales. Hay siempre sutiles diferencias entre ellos que la terapéutica homeopática, a diferencia de otras más generalistas, sí permite discernir.

Los pacientes, conscientes del trato diferenciador y de la atención personalizada e individualizada que reciben, muestran un alto grado de satisfacción porque son escuchados: son ellos los que nos hablan y nos dicen qué les pasa, cómo les ocurre y en qué modo les afecta.

Además de todas estas posibilidades, la homeopatía también me ha brindado la oportunidad de tener una excelente relación muy directa y cercana con muchos médicos homeópatas en todo el mundo. Y, de nuevo,  los principales beneficiarios de esta buena relación son los pacientes.