La salud mental infantil durante la pandemia
Varios son los artículos que hemos escrito en este blog sobre las repercusiones de la pandemia en la salud mental de la población en general y de la infancia en particular y os aseguro que el tema sigue estando muy vigente.
También en esos artículos hemos puesto en valor la utilidad de los medicamentos homeopáticos a la hora de afrontar los distintos tipos de trastornos sobrevenidos por esta situación excepcional para la que ni los ciudadanos ni las autoridades sanitarias estaban preparados.
Múltiples son los motivos que han llevado a un inusual aumento de las consultas por trastornos mentales tanto en el ámbito de la Atención Primaria como en el de los especialistas en la Salud Mental; que han visto prácticamente duplicarse el número de consultas por este motivo y lo que es más preocupante, a edades cada vez más tempranas.
Para los médicos que trabajamos en pediatría de Atención Primaria, la pandemia ha supuesto una situación a la que no estábamos acostumbrados y para la que disponemos de un número muy limitado de posibilidades terapéuticas.
Como botón de muestra deciros, que en 2021 he tenido más intentos de suicidio en adolescentes que en 40 años de ejercicio profesional
El ámbito familiar y social
Antes de valorar las repercusiones de la pandemia en la salud mental de nuestros menores es importante saber de dónde partimos.
Según el último informe de Unicef sobre el “Estado Mundial de la Infancia 2021”, publicado en octubre pasado, España es el país europeo con mayor prevalencia de trastornos mentales en niños y adolescentes con un 20,8% en la franja de edad de 10 a 19 años, lo que sitúa la prevalencia de este tipo de trastornos 5 puntos por encima de la media europea.
El estudio, elaborado con datos de 2019 anteriores a la pandemia, concluye que casi un 21 % de jóvenes entre esas edades sufre trastornos mentales: depresión, ansiedad, trastorno bipolar, desorden alimenticio, algún tipo de autismo, desorden de conducta, déficit de atención o esquizofrenia, entre otros.
Con estos datos previos se presenta la pandemia y nuestros niños y adolescentes se ven sometidos en sus casas a un bombardeo de información tanto por parte de la televisión como de sus propios padres, que en el mejor de los casos ha generado en la familia inquietud, inseguridad y miedo.
Como es lógico, el impacto ha sido distinto para cada persona dependiendo de una amplia variedad de factores individuales, familiares y sociales
Nuestros menores, acostumbrados a una sociedad con mínimas limitaciones para ellos, han tenido que vivir:
- El no poder salir de casa o tener que volver rápidamente a ella.
- Interrumpir su actividad docente habitual en todas las edades.
- Portar mascarillas en la calle, colegio y en muchos casos en su domicilio.
- No poder relacionarse con sus iguales.
- No poder visitar a sus familiares más directos, incluso saber que habían fallecido.
- Tener que someterse repetidamente a pruebas diagnósticas poco agradables.
- Presenciar en vivo una situación que han visto en tantas películas en el cine y la televisión y que pensaban que se limitaba a ese ámbito…
- Observar en sus padres y familiares temor si no miedo. al futuro laboral y de salud.
Todas estas vivencias, han configurado un caldo de cultivo que ha hecho aflorar trastornos mentales unas veces ocultos y otras simplemente consecuencia de la situación. En cualquier caso y era de esperar, las patologías preexistentes a la pandemia se han agravado.
Distintos estudios han evidenciado que nuestros menores han presentado los mismos niveles de angustia que las personas adultas desde el inicio de la pandemia, con síntomas de ansiedad, depresión, problemas de atención o problemas de sueño, entre otros. Entre los pediatras existe una gran preocupación por la salud mental de esta generación de niños y niñas. Probablemente la situación que vivimos actualmente sea solo la punta del iceberg de la salud mental de los menores y nos obligue a volver la vista a una faceta del enfermar muy en aumento y que tradicionalmente ha estado dotada de recursos insuficientes.
Como abordar este problema
Según un informe de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes de Naciones Unidas de enero de 2020, España encabeza el consumo mundial lícito de ansiolíticos, hipnóticos y sedantes, superando en 2020 las 91 dosis diarias por cada 1.000 habitantes.
Los menores, cada vez más mediatizados por las nuevas tecnologías, medios de comunicación (también sus padres), pérdida de referentes de valor y baja tolerancia a la frustración, no escapan del alarmante aumento de problemas mentales y acuden a las consultas cada vez con menos edad.
La protección de la autoestima y el desarrollo del potencial intelectual y emocional de los jóvenes son una responsabilidad que afecta a todos los actores sociales. Esos jóvenes son el futuro de nuestra sociedad.
No podemos asistir impasibles al elevado y cada vez mayor consumo mundial de psicofármacos en todos los grupos de edad y al que la infancia y la juventud
se incorpora a marchas forzadas
Una mejora de las cifras, que debería ser alarmante para todas las administraciones, en cuanto a la atención a la población y el muy elevado consumo de psicofármacos, debería pasar por:
- Una adecuada y bien dotada red sanitaria de asistencia a la Salud Mental, basada fundamentalmente en 2 variables. Adecuado número de profesionales y tiempo de atención suficiente.
- Una formación y tiempo suficiente por paciente, de los médicos equipos de Atención Primaria para estos problemas de salud, lo que redundaría en una segura menor prescripción de psicofármacos.
- Incorporación de psicólogos en los Equipos de Atención Primaria.
Si bien estas recomendaciones enfrentarían el problema de la mejor manera que conocemos, cuando hablamos de los menores la terapéutica con fármacos es muy limitada y produce rechazo por parte de los padres, reservándose a muy determinados casos como la hiperactividad, la depresión, TOC, trastorno bipolar, autismo, etc.
La homeopatía, terapéutica de la totalidad del individuo, puede ayudar a tratar bien en exclusiva o complementando el tratamiento convencional estos problemas. Su seguridad, la eficacia y la compatibilidad con otras terapias como la psicoterapia u otros fármacos convencionales, la sitúan en un lugar preminente a la hora de abordar el tratamiento de los trastornos mentales en los niños y jóvenes.
Pongamos también de nuestra parte como padres y madres, fomentemos el diálogo y la comunicación con nuestros hijos e hijas, interesémonos por su vida interior. El futuro nos lo agradecerá a todos.
Bibliografía:
https://www.unicef.org/media/108281/file/SOWC-2021-Europe-regional-brief.pdf.pdf
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Grandísimo post con datos ¡¡¡ IMPRESIONANTES !!!
Un abrazo fuerte querido amigo.
Gracias Guillermo
Impresionantes y más que preocupantes datos. Ser los campeones en estos temas no augura nada bueno. Esperemos que la cordura en el sentido más amplio de la palabra vuelva a encontrar su sitio.
Un gran abrazo amigo.
Gracias, querido Jorge, por tu generosidad y tu vocación. Por esa imprescindible pedagogía medicinal que también ,sin duda alguna, es tan terapéutica como homeopática.
Un abrazo bien grande
Gracias a ti Sol.
Un gran abrazo.