Ética y estética: ¿hablamos de homeopatía?
Una idea verdadera significa simplemente que se tiene un conocimiento perfecto o fundamentando de una determinada cosa.
Baruch Spinoza
Puede que sea una cuestión de edad, pero lo cierto es que siento que vivimos una época desalentadora, en franca decadencia en formación, gusto y valores. Y puede ser porque, personalmente, no me cabe la menor duda de que la búsqueda de la belleza es la más lúcida decisión vital del ser humano. Y lo ético y lo estético son sus dos caras.
La fealdad inunda las calles de las ciudades con comercios clonados y sin alma de modo que es difícil saber si estamos en Londres, Shanghái, Nueva York, París o Zaragoza. Los teatros tienen nombres de cosas que nada tienen que ver con la cultura o el arte, las marcas hacen de cada ciudadano un hombre sin personalidad ni gusto alguno, los informativos se han transformado en una mezcla de propaganda encubierta de todo tipo de productos y una especie de “El caso”. Todo está en venta, y lo que prima es el morbo. Y el mal gusto.
La zafiedad del lenguaje y de las formas es evidente desde el Congreso de los Diputados hasta la calle o el transporte público. El mal gusto está en la calle y se manifiesta en el ruido, los escaparates y en la masa moviéndose a velocidad inusitada sin rumbo fijo. Parecemos pollos sin cabeza. Nadie se para a pensar, a reflexionar sobre sí mismo. Y nadie es capaz de apagar el móvil. Ni en el cine, ni en los hospitales, ni en los entierros. Parece que si no estamos conectados con gente a la que no conocemos de nada nos sentimos desnudos.
Nadie parece vivir en este maremágnum de montañas rusas en dirección a un supuesto éxito o fama. Fama que no tienen los verdaderos protagonistas, los investigadores, los maestros, los poetas, los cooperantes…. En definitiva, aquellos que como diría Brecht son los imprescindibles. Y es que seamos objetivos, el mundo puede ir igual o incluso mejor sin futbolistas millonarios y forofos violentos.
El conocimiento, la cultura y el buen gusto parecen no estar de moda. Todo lo que nos rodea en la calle se rotula en inglés como si no tuviéramos un idioma propio rico en matices. Y celebramos fiestas con nombres anglosajones cuyo origen e interés no conocemos. Pero no importa, el fin de gastar justifica los medios.
La fealdad se manifiesta en la vida social, con el denominado neoliberalismo, es decir, la ley del más fuerte. Cuyo dios es la economía. ¿La de quiénes?
Y en las ciencias y en la medicina de un supuesto neo racionalismo cuyo lema es no existe nada sino la ciencia. Un nuevo cartesianismo para recordarnos que el hombre es una máquina cuando hace tanto tiempo que este aserto ha quedado obsoleto. Tanto que en uno de los libros de uno de los más prestigiosos neurocientíficos se titula El error de Descartes. ¿Para qué recaer en el error?
Aparecen gurús, que sin haber estudiado medicina ni haber estado con un paciente en su vida se permiten el hispánico lujo, no solo de opinar, sino de hablar ex cátedra. Y muchos de ellos creen hablar en nombre de la ciencia. Quizás no compartimos el concepto de ciencia. La ciencia debería ser un instrumento para el hombre, no una esclavitud del hombre para decidir y vivir. No se trata de crear nuevos credos, sino de emplear el conocimiento para tener una vida mejor.
La experiencia, el estudio, la investigación, el trato diario con enfermos y el sentido común nos enseñan día tras día que lo que éstos desean (no olvidemos que todos somos o seremos enfermos) sobre todo es que les traten como personas, con afecto, respeto y con interés por su problema de salud.
Y también, nos enseñan humildad; porque a pesar del enorme avance técnico y de conocimiento de las últimas décadas la práctica médica en gran medida se realiza en condiciones de incertidumbre. La medicina sigue siendo en el siglo XXI un arte en el que los conocimientos, la destreza técnica y la comunicación humana son sus herramientas principales.
Cualquiera que haya tenido la experiencia de ser paciente, o tener un amigo o familiar con un problema serio de salud, lo sabe bien. Y la literatura, el arte y el cine nos lo muestran de forma clara.
Como ejemplos, podría aconsejar las extraordinarias películas Amar la vida, Mi vida sin mí o El doctor, lecturas como La muerte de Ivan Ilich o La montaña mágica y cuadros como Ciencia y caridad.
En este sentido, para el buen uso de los medicamentos homeopáticos el médico debe ser experto en conocimientos médicos, en técnicas diagnósticas y terapéuticas y en comunicación. Solo de ese modo podrá determinar si la mejor decisión para cada paciente concreto es la prescripción de medicamentos homeopáticos o de otras terapias.
Porque en la medicina, en cualquiera de sus disciplinas sigue vigente el aforismo Hipocrático de primum non nocere. Siempre buscar lo mejor para el paciente. Y diría más, por el paciente y con el paciente. Porque en la era de la comunicación, es fundamental que el paciente esté bien informado, y que el médico sea un asesor y consejero técnico; de modo que entre ambos tomen decisiones compartidas. Aquella decisión que en cada contexto sea la mejor posible para la salud.
La homeopatía, para sus conocedores y practicantes es una disciplina científica médica preñada de ética y estética. Su fin es ayudar a las personas a mejorar la salud mediante la prevención, la mejoría o la curación de la enfermedad y su método favorece un encuentro. El encuentro de dos personas que solo podrá ser fructífero si se encuadra en el arte y el amor por la profesión y por el prójimo.
Amar lo que se hace y hacer lo que se ama. Eso es para mí el ejercicio de la medicina. Eso también es para mí la práctica de la homeopatía.
Estética y ética en la belleza de una sonrisa, de un apretón de manos, del reconocimiento de un trabajo bien hecho, con técnica y con amor. Competente y humano. Basado en el conocimiento, la práctica y el respeto y cimentada en la confianza.
El percibir que el paciente siente que está en buenas manos. Que has conseguido tu objetivo: curar a veces, aliviar a menudo, acompañar siempre.
Y cómo diría Spinoza, intento hablar de homeopatía a través del conocimiento fundamentado de un aprendiz con más de 20 años de práctica y de estudio.
Ética y estética: ¡Hablamos de homeopatía!
Imagen diseñada por Jannoon028
Nadler S. Spinoza. Acento. 2004.
Damasio A. El error de Descartes. Drakontos. 2001.
Amar la vida (Wit). Mike Nichols. 2001
El doctor. Randa Haines. 1991
Mi vida sin mí. Isabel Coixet. 2003
Mann T. La montaña mágica. Edhasa. 2005
Tolstoi L. La muerte de Ivan Ilich. Alianza editorial. 2016
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Gracias por la edición de este artículo q tan bien define el ejercicio vocacional , con criterio y deseo de entendimiento y cuidado de nuestros pacientes en el arte q representa un buen ejercicio de la medicina.
Me siento muy contenta de haberlo leído y comparto tu visión en este artículo.
Enhorabuena. Pantxike Casquero
Muchas gracias por leernos y por tus amables palabras. Espero que nuestro trabajo pueda ser de interés y ayuda.
Cordiales saludos
Un artículo excelente. Dices que te consideras terapeuta y yo, desde mi experiencia como paciente con cancer tratada con tu homeopatía, solo tengo alabanzas ya que a pesar de haber pasado por un tratamiento muy duro de quimioterapia cada dos semanas en lugar de cada tres por la gravedad de mi enfermedad, y de haber recibido una dosis que los oncologolos llamaban “densa” puede decir y sonreír al recordarlo que no he sufrido ningún efecto secundario. Ninguno.
Bueno, ha sido tan increíble que hasta los mismos oncólogos me preguntaron que qué había hecho yo para que, además de no tener efectos secundarios, me dieran tan bien los análisis. Y la radio me fue muy bien y eso que recibí 5sesiones más que mis compañeras de la AECC. Yo 30 sesiones frente a las 25 que ellas recibieron. Pues no se me quemo la piel y ellas que también se echaban la crema que nos recomendaron acabaron con marcas en la piel.
Ahora mismo, poco más de un año después de acabar con todo aquel proceso del Cancer me he pillado un catarro, morriña como decía mi padre, y esta mañana que me encontraba molesta y pensaba en la suerte que tuve con José Ignacio Torres con aquel proceso tan grave, ya que el con su homeopatía fue el causante de haberlo pasado sin pena ni gloria. Muchas gracias. Siempre confiaré en ti y t estaré agradecida no solo por todos los conocimientos que tienes sino porque está en ti el ayudar a la gente y te sientes responsable.
Muchas gracias por tus palabras Agus.
Las leo hoy y recuerdo todo el camino que hemos recorrido juntos.
Y pienso que he sido afortunado por conocerte y poder poner mi granito de arena en que superes con todas tus energías y ganas de vivir este problema de salud.
Podríamos reflexionar juntos e incluso en presencia de nuestros lectores sobre todas aquellas circunstancias vitales que nos rodean en influyen en nuestra salud y nuestra enfermedad.
Has sido como paciente lo mismo que eres como persona; una mujer encantadora y comprometida.
Por eso, todo ha transcurrido como debía ser.
Espero que todo siga cada vez mejor y que te sientas reconocida profesionalmente tanto como lo eres como hija, hermana, esposa, madre y amiga.
Y ¡ qué bonito sería que los oncólogos no solo preguntaran sino que sintieran curiosidad por tu tratamiento para ayudar a otros pacientes !
La curiosidad es junto con el deseo de ayudar y el amor por los demás lo que debe movernos a ser mejores y es lo que nos hace médicos.
Millones de besos y gracias de nuevo por tu cariño.