¿Por qué emplear medicamentos homeopáticos? (II)
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Hablando desde la experiencia. Análisis a propósito de un caso. ¡Pobre “chavalín”!: una historia de miedo. (II)
Dos meses después, vienen de nuevo a vernos.
El niño está más tranquilo, ya no tiene miedos ni pesadillas, aunque duerme mal. Apenas piensa en la muerte, y ha disfrutado plenamente de una estancia en la nieve, esquiando con sus amigos. “Me lo he pasado muy bien, hemos esquiado y me he reído mucho”.
Pero sobre todo, por primera vez después del accidente, ha sacado buenas notas, en todas las asignaturas. Confía en nosotros y después de más de dos años vuelve a tener ilusiones. Nosotros confiamos en él. ¿Cómo podemos explicar lo que está sucediendo en la vida de Kevin?
Realmente no podemos afirmar nada. No estamos usando ningún método basado en las pruebas de los últimos ensayos clínicos. Pero, quizás estamos utilizando herramientas más eficaces en el enfoque de esta historia.
Nuestros deseos de ayudar, nuestra confianza en la curación del niño, nuestro sentido común. Y la utilización del medicamento homeopático aconitum para contrarrestar el impacto del miedo y armonizar su organismo. Y más que nada una disposición de escucha y comprensión.
Ha pasado un año desde que comenzamos la terapia. Kevin acude con su madre a la consulta. El padre nunca volvió. Ambos nos cuentan que se siente restablecido.
Ha utilizado de forma continuada el tratamiento que le hemos propuesto y tanto él como su madre creen que ha sido parte importante en su recuperación. Aunque sigue tomando antidepresivos nunca ha sentido que tuvieran efecto positivo en su problema y acude a la consulta del psiquiatra de modo mecánico sin esperar nada, ni siquiera el espacio para contarle que desde que toma ese tratamiento con “bolitas” es de nuevo el niño alegre, inteligente y responsable que caía tan bien a profesores y padres de sus amigos.
Duerme bien. Su ánimo es el mismo de antes del accidente, ha recobrado el interés por los estudios, el deporte y el juego, y la vida que vuelve a tener el mismo color. Nuestro chavalín, ya no se siente pobre.
Análisis del caso de Kevin
Desde el punto de vista psicopatológico se puede pensar que el paciente presenta una alteración en el estado de ánimo que se manifiesta con síntomas depresivos y ansiosos que traducen una alteración neurobiológica a nivel de los neurotransmisores y plantear un tratamiento psicofarmacológico, propuesta inicial y mantenida desde el punto de vista psiquiátrico a pesar de su poca eficacia en este caso.
¿Por qué este planteamiento terapéutico pudo ser ineficaz en el caso de Kevin?
Una explicación posible sería la falta de individualización del tratamiento. Desde un planteamiento filosófico podemos pensar con Spinoza que “hombres diversos pueden ser afectados de diversos modos por el mismo objeto, y uno sólo puede ser afectado por el mismo objeto de diversos modos en épocas diferentes”, lo que es congruente con la propuesta de Castilla del Pino en su libro Teoría de los sentimientos, de que tanto los sentimientos normales como los patológicos son siempre provocados, siendo la imagen formada del objeto la causa del sentimiento. La imagen del objeto sería condición necesaria y el sujeto la suficiente para que determinado sentimiento irrumpa desequilibrando el sistema. En el caso de Kevin, la imagen sensorial del objeto fuego (dolor, olor a carne quemada, luminosidad…) es la causa de su singular sentimiento miedo (en palabras de Castilla del Pino objeto significativo-simbólico) y de lo que este mismo autor denomina metasentimientos (angustia y tristeza), así mismo particulares de su respuesta.
Su angustia sería, una reacción de alarma ante un acontecimiento temible que “puede volver” a suceder: miedo a morir quemado. Y la tarea de paciente y médico buscar el objeto provocador para interpretar los síntomas y combatir el desequilibrio psicofísico que la imagen del objeto conlleva.
Esta es una tarea que puede abordarse desde varios puntos de vista psicoterapéuticos, y nuestra propuesta fue psicoterapia de apoyo y homeopatía como método terapéutico capaz de contrarrestar los efectos del objeto fuego y el sentimiento miedo, que habían afectado a la totalidad del organismo de Kevin generándole anhomeostasis o en otras palabras, un desequilibrio energético a nivel cognitivo-afectivo, y no exclusivamente modificar los cambios neurofisiológicos a los que hacíamos referencia, que deben considerarse efectos y no causas de su enfermedad.
Intentamos en esta línea de pensamiento holístico la búsqueda de un tratamiento causal, teniendo presente con Kierkegaard que la angustia es un miedo anticipatorio y por ende buscar el medicamento de miedo a morir anticipatorio.
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