Tratamiento homeopático de los trastornos psicosomáticos en el niño y adolescente
Cuando en medicina hablamos de un problema de salud psicosomático, hacemos referencia a la estrecha relación entre factores psicológicos y síntomas físicos y que puede manifestarse a cualquier edad.
El término psicosomático deriva del griego psyche (“alma humana”) y soma (“cuerpo”).
En este artículo abordaremos que factores psicológicos pueden estar detrás de síntomas aparentemente orgánicos y como los medicamentos homeopáticos junto con una eventual psicoterapia si se precisa, pueden ayudar a solucionar estos problemas.
Se calcula que más de un tercio de los niños con síntomas físicos inexplicables tienen problemas emocionales y aunque la prevalencia es igual en niños y niñas, al llegar a la adolescencia es 5 veces mayor en las chicas.
Esta relación entre lo mental o emocional y físico comienza a ponerse en valor a partir del desarrollo del psicoanálisis, que intenta encontrar un origen psicológico en algunas enfermedades infantiles.
A pesar de estar en la sociedad de la información, aún no llegamos a asumir por completo que cuando hablamos de salud, lo mental tiene repercusión o se manifiesta en el plano físico y viceversa, a veces en situaciones emocionales muy sutiles. Esta respuesta podemos encontrarla tanto en la infancia como en la etapa de adulto.
Como es lógico, el diagnóstico de un trastorno psicosomático debe ser tras exclusión de cualquier enfermedad pediátrica que justifique los síntomas, lo cual no siempre es fácil ya que puede haber factores orgánicos y psicógenos implicados, dando lugar a muchas visitas al pediatra, exploraciones complementarias, tratamientos e incluso hospitalizaciones, antes de llegar a un diagnóstico definitivo.
Los niños, por su inmadurez cognitiva y verbal, tienen una mayor predisposición a manifestar sus emociones mediante síntomas físicos, siendo el dolor abdominal en la infancia y la cefalea los mayores exponentes de esta circunstancia.
Cuando por diversas causas, el niño tiene dificultada la capacidad de comunicar, de sacar fuera sus sentimientos y vivencias, pueden aparecer los trastornos por somatización.
Se describe entonces la somatización como la tendencia a experimentar y manifestar el malestar psicológico a través de síntomas físicos sin relación aparente con su estado emocional.
A qué edad se pueden presentar esos síntomas y de que tipo son
Aunque los síntomas por somatización pueden presentarse a cualquier edad, nos vamos a ocupar solo de la infancia y adolescencia que es el fin de este artículo.
Los síntomas somáticos sin causa orgánica, de forma aislada, son muy frecuentes, llegando a aparecer en algunos estudios hasta en el 50 % de los niños en edad escolar y adolescente, mientras que entre un 2 a un 10 por ciento presentan dolores y quejas físicas recurrentes.
Algunos de esos síntomas, que pueden aparecer solos o asociados, pueden ser:
- Dolores de cabeza
- Cansancio
- Nauseas
- Dolor abdominal
- Dolores musculares
- Dolores de espalda
Hay que señalar entre un 13 y un 16 % de los niños presentan hasta 4 síntomas somáticos funcionales y es frecuente que se asocie la cefalea junto con el dolor abdominal.
Como ocurre con frecuencia en medicina, la aparición de un determinado síntoma es más frecuente según las edades. En la primera infancia predomina el dolor abdominal recurrente, puedo dar fe de ello. Al final de la primera infancia aparecen las cefaleas, y a medida que aumenta la edad, empiezan a manifestarse síntomas como la fatiga o el insomnio.
En la adolescencia se presenta con el doble de frecuencia en las chicas que en los chicos.
Cuáles pueden ser los desencadenantes
Si bien se desconoce el mecanismo por el que se produce, parece haber factores que favorecen su aparición tales como el estrés, factores ambientales sobre todo el ámbito familiar, algunos rasgos de temperamento y la genética. Hay estudios al respecto, pero no son definitivos.
En una sociedad como la actual no es muy difícil imaginar que factores pueden producir inestabilidad o estrés en los niños y adolescentes. Son los llamados estresores psicosociales, en los que cobran especial valor aquellos relacionados con el centro de enseñanza o el ámbito familiar.
Es frecuente encontrar en las familias con niños que somatizan, dolores abdominales funcionales, ansiedad, depresión y otros síntomas somáticos. Incluso la convivencia con un familiar enfermo con enfermedades crónicas puede servir de ejemplo al niño como aprendizaje de las ventajas de enfermar, tales como faltar al colegio, regalos, mayor atención, etcétera
No es raro encontrar en estos niños una presión o exigencias importantes sobre el niño, o factores de estrés familiar, tales como el divorcio de los padres cambios de domicilio o maltrato infantil.
En otras ocasiones, enfermedades habituales tales como la gripe, gastroenteritis, fracturas, etcétera o tratamientos médicos, actúan como desencadenantes de la somatización.
Sobre lo que se denominan estresores psicosociales influyen como es lógico las eventuales dificultades del niño a la hora de relacionarse y sus habilidades sociales, los cambios de colegio o de clase, las críticas al trabajo escolar o el nacimiento de un hermano en el caso de los niños más pequeños.
Abuso emocional, físico o sexual y los traumas infantiles en general suelen proporcionar un mayor grado de somatización, incluso con una clara proporcionalidad entre la frecuencia y la variedad o intensidad de los síntomas.
A los rasgos de personalidad de cada individuo, los descritos estresores psicosociales y eventuales factores genéticos, podrían superponerse otros factores genéticos en relación con otros trastornos mentales. Es frecuente la asociación entre estos trastornos psicosomáticos y los estados ansiosos y depresivos hasta en un 50% de estos niños.
Come se ve es un tema complejo con múltiples posibles desencadenantes y factores constitucionales confluentes o no.
Cómo se diagnostican esos trastornos psicosomáticos
El diagnóstico de este problema es fundamentalmente clínico y suele hacerse por exclusión de una patología física médica que explique de manera clara los síntomas que tiene el niño.
Excluir la parte física, orgánica, puede ser más sencillo para el pediatra siendo importante el descartar una posible causa orgánica que se haya manifestado o empeorado por factores psicológicos.
Profundizar en las posibles causas psicológicas desencadenantes de la somatización, puede ser en la consulta de Atención Primaria, una tarea más compleja por una cuestión de tiempo y una posible deficiente comunicación por alguna de las partes (padres/hijos/médico).
Tratamiento convencional en la somatización infanto-juvenil
Como en todos los trastornos psiquiátricos infanto-juveniles, el tratamiento puede ser exclusivamente psicológico y/o farmacológico y es, como podemos imaginar, muy importante la implicación familiar.
El tratamiento especializado incluye una intervención psicoterapéutica que, según el caso, será más de tipo conductual, cognitiva, familiar o psicodinámica.
La prescripción de psicofármacos tendrá lugar si hay patologías acompañantes del tipo de ansiedad, depresión, conductas disruptivas, agresividad, etcétera.
Que puede aportar la homeopatía en la somatización infanto-juvenil
Si bien el tratamiento psicológico es generalmente necesario, los medicamentos homeopáticos pueden ser de gran utilidad dada la personalización del síntoma en cada paciente y el consecuente tratamiento individualizado.
Algunos de estos medicamentos serían:
IGNATIA: Sensación de falta de aire, palpitaciones, nudo en el estómago. Sensibles. La distracción mejora claramente el cuadro.
GELSEMIUM SEMPERVIRENS: En todas aquellas situaciones en que hay nerviosismo anticipado a una vivencia futura. Se bloquean física y mentalmente por el miedo.
SILICEA: Gran timidez e inseguridad. Miedosos. Inteligencia viva. Agitados. Testarudos. Muy delgados.
AMBRA GRISEA: Muy sensibles y muy tímidos. Cualquier disgusto, presencia de extraños o contrariedad les afecta mucho.
STAPHYSAGRIA: Tienen un gran sentido de la injusticia que toleran mal. Rabia contenida. Represión. Acoso. Abuso. Malos tratos.
Esta es solo una pincelada de medicamentos eficaces, específicos, seguros y adaptables a la intensidad de los síntomas.
Como habrá comprobado, la somatización es un problema de salud no poco frecuente. Cuando afecta a niños y jóvenes, el uso de fármacos debe mantener un delicado equilibrio entre la eficacia y los efectos secundarios que no siempre es posible con los fármacos convencionales actuales.
La homeopatía debe ser siempre una opción a tener en cuenta de manera preminente, incluso junto con la medicación convencional para poder ser más eficaz con menor riesgo de efectos indeseados al permitirnos ajustar las dosis.
Cualquier duda déjala en comentarios y estaré encantado de ayudarte.
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Que interesante, no pensé que fuera tan común este tipo de síntomas en personas tan jóvenes, pero todo es posible y claro, dependerá de la circunstancia de cada paciente. Gracias por iluminarme.
Muchas gracias a ti Rosana por leernos.
Los problemas mentales y el consumo de psicofármacos, se han convertido en un serio problema de la sociedad actual tanto a nivel mundial como sobre todo de nuestro país que es España. Somos el primer país del mundo en consumo de benzodiacepinas (hipnóticos, ansiolíticos…) y cada vez en edades más tempranas.
Recibe un cordial saludo de nuestra parte.