Actualidad
Patologías
Por Dr. José Ignacio Torres
La emoción más antigua e intensa de la humanidad es el miedo, y el más antiguo e intenso de los miedos es el miedo a lo desconocido.
Howard Phillips Lovecraft
La tragedia
En el pequeño mundo de la consulta y en el que me rodea socialmente (familia, mensajes de compañeros, amigos y conocidos), además de las redes sociales y medios de comunicación, parece que cada día se masca la tragedia.
Sabemos que estamos viviendo momentos trágicos especialmente para aquellas personas más vulnerables, no solo por su edad y problemas de salud sino también los más frágiles social y económicamente hablando. Trágicos porque cada mañana nos hemos despertado -y seguimos haciéndolo- con centenares de dramas personales y familiares.
Personas que fallecen solas sin que su familia y amigos puedan acompañarlas en sus últimos momentos. Seres humanos incinerados, a veces, incluso lejos de su tierra y sin la despedida que hubieran querido. Tragedias individuales y colectivas que de un modo u otro muchos de nosotros vivimos de cerca.
Y todos estamos en riesgo de que nos ocurra una desgracia. Los que tienen familiares en residencias de ancianos, los que viven lejos de sus mayores o los que están preocupados por sus enfermedades.
En la Grecia antigua, la tragedia era un género teatral en verso que, con ayuda de un coro y varios actores, desarrollaba temas de la antigua épica centrados en el sufrimiento, la muerte y las peripecias dolorosas de la vida humana, con un final funesto y que mueve a la compasión o al espanto. No puedo dejar de pensar entonces en las obras de Sófocles, Eurípides y Esquilo como principales maestros de la tragedia griega que tanto me interesaron de adolescente.
Pero hay que considerar que otra acepción de la palabra tragedia1 es la situación o suceso luctuoso y lamentable que afecta a personas o sociedades humanas.
La pandemia, por tanto, está siendo una gran tragedia que se refleja en el lenguaje, de modo que algunas de las palabras (figura 1) más frecuentemente escuchadas y leídas son incertidumbre, estupor, inseguridad, confinamiento, infoxicación, alarma, aislamiento, cuarentena, soledad, inutilidad, estrés y miedo.
Para Aristóteles la tragedia tenía un valor purgativo o catártico en el espectador a través del temor y de la compasión. Sabemos que compartir la tragedia puede ser un alivio para el que la ha vivido y por ello, debemos estar preparados para ello.
Y en las tragedias cotidianas que nos afectan a todos, también el compartir el sufrimiento nos sirve de ayuda. Ser comprendidos y escuchados es una forma de liberarnos de parte de nuestro dolor. Así, Cervantes nos dice en su Persiles3que “es alivio al que cuenta sus desventuras ver o oír que hay quién se duela de ellas”.
En una casa de ancianos
Carlos es una persona de 86 años sano como una manzana, que todos los días camina horas sin ninguna dificultad y que aparenta 10 años menos. Le conozco más de visitar a su cuñado Antonio que de las veces que ha acudido a consulta.
En el pasado mes de marzo enferma de forma brusca y le encuentran en su habitación desplomado y sin vida, víctima del COVID-19.
Su sobrina queda al cuidado de sus padres ancianos nonagenarios ambos, que convivían con él, y en aislamiento más de tres semanas viviendo en situación de peligro, con el riesgo de que ellos puedan también perder la vida.
Ni Antonio ni Manuela parecen tener sintomatología achacable a la enfermedad viral a pesar de ser dos ancianos frágiles con patología cardíaca y demencia respectivamente, pero justo cuando hemos decidido que el tiempo de aislamiento se ha cumplido, acudo a visitarles por estar Antonio asténico e inapetente.
Le encuentro tirado en su butaca, con evidentes signos de insuficiencia cardíaca y una baja saturación, por lo que propongo el traslado al hospital. Y cuando la hija me solicita mirar la saturación de su madre me encuentro que a pesar de su buen aspecto y ausencia de síntomas, es inferior a 90. Decidimos por tanto, que vayan los dos a urgencias.
Unas semanas después, Antonio que ha salido siempre de todos los frecuentes males que le han obligado a hospitalizarse y que ha mostrado una resistencia increíble, fallece en su cama del hospital a consecuencia de la infección por COVID- 19 y su esposa con deterioro cognitivo es dada de alta unos días después con el diagnóstico de tromboembolismo pulmonar y neoplasia maligna a estudio.
En una casa de tres ancianos, en la que se respiraba alegría y buen humor, solo ha sobrevivido ella. Y ahora, es necesario reestructurar su cuidado.
Remedios para el miedo. Los caminos hacia el cambio.
La plasticidad de nuestro cerebro constituye una gran herramienta para superar nuestros miedos. Disponemos de evidencias científicas de la utilidad de la psicoterapia para normalizar la hiperactivación de la amígdala en pacientes con trastorno de pánico4, lo que nos hace pensar que podemos remediar el miedo.
Nos preocupamos porque pensamos que es la única estrategia útil y nos mantiene a salvo, pero solo sirve para mantenernos asustados.
Por eso, debemos cambiar el preocuparnos por el ocuparnos con estrategias activas de supervivencia que reemplacen el miedo pasivo por la acción, haciendo algo que aleje las preocupaciones y estimule la concentración en algo positivo como la música, el paseo, la meditación o la escritura. Todas estas actividades serán caminos que estimulen las neuronas específicas de la amígdala4 implicadas en el cambio neural del miedo pasivo al activo.
Desde la perspectiva asistencial y comunitaria, los pilares para enfrentarnos al miedo serían la información de calidad y veraz (tanto en la consulta como a través de vídeos, documentos, tutoriales, páginas web como Hablando de Homeopatía), la integración de las tecnologías para poder llegar a todas las casas, la participación de los pacientes en la formación y la toma de decisiones con el liderazgo de los pacientes expertos que faciliten compartir experiencias, las redes comunitarias y las asociaciones de pacientes.
La homeopatía y el miedo
Los medicamentos homeopáticos pueden ser de gran ayuda en situaciones de ansiedad, depresión y de miedo.
Por eso creo que es un excelente momento para revisar de forma esquemática algunos de los medicamentos homeopáticos principales (figura 2), considerando que en Hablando de Homeopatía5-8 ya se han abordado previamente del tratamiento del miedo con homeopatía, de la depresión y de la ansiedad y homeopatía.
A través de la escucha y de la entrevista personalizada centrada en el paciente que la valoración homeopática nos facilita, mejoramos la comprensión de la enfermedad y sobre todo del enfermo y, en este contexto, la elección del medicamento en función de la causalidad del problema y de los síntomas específicos, podremos proponer la terapia que en la mayoría de los casos será complementada o complementará a otras formas de ayuda como son las diferentes aproximaciones psicoterapéuticas, la biblioterapia o los psicofármacos.
Medicamentos homeopáticos como Arsenicum álbum, Argentum Nitricum, Kalium Carbonicum, Gelsemium o Phosphorus, por poner algunos ejemplos, seguro estarán entre los más prescritos en las consultas durante semanas y meses.
Es terrible que las masas pierdan el miedo
Hablo con Lourdes, una mujer de 60 años que trabaja en una residencia de ancianos en la que al menos trece de sus compañeros han sido positivos al COVID-19.
Ella se encuentra bien, pero después de llevar semanas trabajando con ancianos en aislamiento, no sabe si está infectada y demanda pruebas.
Ha visto morir a decenas de personas mayores y se ha tenido que ocupar de sus cuerpos sin vida, pero no conoce su relación personal con el virus.
Le informo con sorpresa y estupor de la necesidad de la realización de PCR y pruebas serológicas en su empresa. Y comparto con ella mi preocupación porque siga trabajando en esas condiciones, que ponen en riesgo su salud y la de los ancianos a los que cuida.
Me da la sensación de que en este país tan tendente a la polarización hubiera dos bandos en la actualidad; el de aquellos (que desearía que fuera mucho más numeroso) que siguen preocupados por la pandemia (sanitarios, enfermos, familiares de enfermos y de víctimas mortales fundamentalmente) y el de los que desearían hacer vida normal y se comportan como si no hubiera sucedido nada.
Creo que este último grupo parece más probable que sea integrado por jóvenes y adolescentes y personas que no han tenido la experiencia cercana de la enfermedad y la muerte.
Es posible que si la información veraz sustituyera al sensacionalismo y la infoxicación y se escucharan más las voces de los protagonistas que no son otros que los enfermos, sus familias y todos los profesionales que se están dejando el alma en su tarea de ayuda, la actitud ciudadana fuese otra más acorde a nuestras necesidades.
Esas voces son las únicas que pueden conseguir que en estos momentos las masas no pierdan el miedo.
Bibliografía
- https://dle.rae.es/tragedia
- Frazzetto G. Cómo sentimos. Sobre lo que la neurociencia puede y no puede decirnos acerca de nuestras emociones. Anagrama. Barcelona. 2014
- Cervantes M. Los trabajos de Persiles y Sigismunda. Real Academia Española. 2017
- https://www.youtube.com/watch?v=8F900NDVHms
- http://www.homeopatiasuma.com/hablando-de-homeopatia/miedo-y-homeopatia/
- http://www.homeopatiasuma.com/hablando-de-homeopatia/confinamiento-y-convivencia-familiar/
- http://www.homeopatiasuma.com/hablando-de-homeopatia/estres-ansiedad-e-insomnio-en-el-confinamiento-como-tratarlos-con-homeopatia/
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