Tratar la mucosidad con homeopatía

La mucosidad es una condición del cuerpo humano que va íntimamente unida al tejido mucoso.  Aunque aparentemente no parezca tener función alguna, salvo incordiarnos cuando se produce en exceso, tiene misiones importantes que veremos más adelante. 

Los medicamentos homeopáticos, por su especificidad a la hora de tratar síntomas muy definidos y concretos, son una opción terapéutica muy eficaz, segura y que nos permite adaptar el tratamiento al cuadro clínico de cada paciente obteniendo mejores resultados. 

Qué es el moco

El moco es un producto de secreción que nuestro organismo produce todo el tiempo y que juega un papel muy importante a la hora de mantenernos sanos. 

La mucosidad recubre las superficies húmedas del cuerpo, como los pulmones, los senos, la boca, el estómago, los intestinos y el cuello uterino. Incluso los ojos están cubiertos con una fina capa de mucosidad. Actúa como lubricante para evitar que los tejidos se sequen y constituye una eficaz línea de defensa.

Procede de distintos orígenes:  

Por un lado, de unas células especializadas llamadas caliciformes, que se encuentran en la capa más superficial de las mucosas, el epitelio, y que secretan moco. También hay unas glándulas por debajo de la mucosa que intervienen en la producción de moco. Por último, los vasos sanguíneos son capaces de dilatarse y filtrar agua, células y proteínas que se utilizarán en la producción de moco.

Esa mucosidad es transportada por los cilios, pequeños “pelillos” presentes en la superficie de las mucosas y encargados de movilizar la mucosidad hacia el exterior.

Cuál es la composición del moco

El moco está compuesto básicamente por agua en más de un 80 %, pero también contiene: 

  • Sales minerales
  • Mucinas, para dar textura y retener agua y distintas moléculas.
  • Proteínas de defensa como inmunoglobulinas A y G, lisozima, lactoferrina, proteasas, interferones, etc. 
  • Oligosacáridos (azúcares) de defensa
  • Lípidos tensoactivos
  • Células de defensa: linfocitos T y B, eosinófilos, neutrófilos, macrófagos, células NK, etc.

En qué partes del cuerpo se produce mucosidad

Cuando hablamos de mucosidad o mocos, siempre la asociamos mentalmente con el producido en las vías respiratorias cuando nos acatarramos o padecemos alergia y esto no es así.

Como comentaba arriba, nuestro cuerpo produce mucosidad todo el tiempo y en distintas localizaciones. Esta función es muy importante porque crea una “barrera” de protección entre nuestro cuerpo y el mundo exterior de la que nos sería muy difícil prescindir. Podemos distinguir: 

Mucosidad del sistema respiratorio: producida por la mucosa nasal, es muy importante en la protección de las vías respiratorias porque actúa de barrera atrapando el polvo, alérgenos, microorganismos y las pequeñas partículas o cuerpos extraños, antes de que entren en el resto de las vías respiratorias. 

Su aspecto es claro y ligero, y aunque no nos demos cuenta, tragamos mucosidad continuamente. Las lágrimas también están incluidas dentro de la mucosidad nasal.

La mucosidad que aparece en invierno se debe a la disminución de la actividad de los cilios por el frío, acumulándose en la nariz y apareciendo el moqueo. 

En ocasiones la ingestión de determinados alimentos como los picantes, pueden aumentar puntualmente la secreción de moco.

Mucosidad del sistema digestivo: la mucosidad del aparato digestivo tiene la función de lubricar las membranas del tubo digestivo para que el alimento pase sin dificultad, como es el caso del esófago cuando tragamos. También protege al estómago de la acidez de los ácidos gástricos que produce. También hay mucosidad en el intestino que se mezcla con las heces facilitando su salida al exterior. 

Mucosidad del sistema reproductor: en el sistema reproductor femenino se produce moco cervical que lubrica y previene de las infecciones. Su consistencia varía a lo largo del ciclo menstrual por influencia de las hormonas. En la ovulación, es más líquido y permeable al esperma y después de ella es más denso para complicar la entrada de esperma. 

Es importante el color de la mucosidad

El color de la mucosidad suele ser claro, traslúcido en condiciones normales, también en las alergias, el embarazo o la rinitis vasomotora. Por lo general, notamos la mucosidad cuando se produce demasiada o cambia de consistencia.

Haré referencia a la mucosidad nasal por ser la más aparente. 

La turbidez o el color amarillo pueden indicar un cuadro vírico de tipo catarral o una sinusitis y el cambio de color obedece a las proteínas liberadas por las células implicadas en la inflamación y las bacterias o virus en suspensión.

La mucosidad marrón o negra se presenta con mayor frecuencia en los fumadores crónicos y en personas con algunos tipos de enfermedad pulmonar. También ante la presencia de sangre vieja o infecciones por hongos. 

Los colores verdosos, parduscos o sangrientos pueden indicar una infección bacteriana.

El color rojizo o rosado puede indicar la presencia de sangre fresca por una mucosa lastimada. 

Los cambios de color no constituyen una regla para hacer un diagnóstico, del mismo modo que no lo es la consistencia de la mucosidad que puede deberse a la disminución de la actividad de los cilios, falta de sonarse por la noche, etc. 

Los cambios de color y consistencia se producen también en la mucosidad ginecológica, así como cambios en el olor de la misma.  

Otras causas de aumento de la producción de mucosidad son: 

  • Rinitis vasomotora, un caso de rinitis basado en estimulación del sistema nervioso que suele cursar sin inflamación.
  • Embarazo.
  • Uso de medicamentos: estrógenos, aspirina, betabloqueantes, bloqueadores de canales de calcio, ciertos antidepresivos, medicamentos para la disfunción eréctil.
  • Enfermedades no respiratorias: hipotiroidismo, vasculitis, etc.

Tratamiento homeopático de la mucosidad

Los medicamentos homeopáticos resultan muy útiles a la hora de tratar los cuadros clínicos que se acompañan de mucosidad. El médico homeópata siguiendo el plan de trabajo de la terapéutica homeopática valora las características particulares de la mucosidad en su paciente: 

  • Color
  • Viscosidad. Costras nasales
  • Empeoramiento o mejoría ante condiciones ambientales de temperatura, posición del cuerpo, comida, etc. Lo que llamamos los homeópatas “Modalidades de empeoramiento o mejoría”
  • Problemas locales (irritación de piel circundante o conjuntivas oculares) o generales del tipo de tos, carraspeo, disfonía, etc. 

Si utilizamos diluciones bajas, facilitaremos el drenaje de la mucosidad, lo que puede sernos útil en caso de una sinusitis. Con diluciones altas “silenciaremos” esa mucosidad. 

La lista de medicamentos homeopáticos para tratar la mucosidad es muy amplia a diferencia de la farmacología convencional, como es el caso de los mucolíticos, de muy escasa eficacia y catalogados por la sanidad pública de utilidad terapéutica baja, no estando financiados por el sistema público de salud. 

El homeópata dispone entre otros, de medicamentos tales como Allium cepa. Euphrasia, Arundo donax, Kalium bichromicum, Hydrastis, Sabadilla, Kreosotum, Pulsatilla Naphtallinum, Dulcamara, Badiaga, etcétera. 

Su seguridad a cualquier edad, compatibilidad con otros medicamentos y alta eficacia, los hace de primera elección para tratar los cuadros que se acompañen de mucosidad. 

A pesar de lo molesta que puede ser cuando es abundante y lo incómoda que nos resulte para dormir, la mucosidad, como todo en el organismo, tiene una función, y la de la mucosidad es primordial para mantener nuestra salud.

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