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Cada vez que asoma a esa ventana al infinito que es la pantalla de mi ordenador, me hace sentir inmersa en un espacio de SALUD.

Sí; SALUD con mayúsculas; a lo grande. Porque esa es la suculenta oferta que nos lanza la Homeopatía: reparar y resolver sin dañar. Libre de los efectos secundarios tan incompatibles con la noción de curación.

Por ello (y por su incuestionable eficacia) le recomiendo encarecidamente que ponga un buen médico homeópata en su vida, siempre que algo se desajuste en su estado de salud.

Y… antes de que esto ocurra, cuando su bienestar se encuentre aún pletórico, ponga en su vida una pauta de alimentación eficiente y limpia que abastezca las necesidades de su cuerpo y salvaguarde los requerimientos de su metabolismo. Esta medida le permitirá no sólo prevenir complicaciones, sino disfrutar cada día de los beneficios de vivir en un cuerpo capaz y vital, en una mente ágil y dispuesta y desde una competente adaptabilidad emocional.

Aquí, en el modo en que nos alimentamos a diario, reside el pilar fundamental de la olvidada Medicina Preventiva.

 Hay diversas fórmulas y diversas teorías encaminadas a establecer un programa nutricional saludable. Esto solo es posible si dicho plan de actuación considera al individuo en su totalidad, así que dejaremos a un lado las innumerables “dietas”diseñadas para “resolver” un único aspecto del individuo obviando las complicaciones que pueda desencadenar a otros niveles. Este es el caso de ciertas dietas focalizadas exclusivamente en perder peso o en reducir el colesterol sin mirar más allá, dietas que desaconsejo absolutamente y que ponen en riesgo la integridad. Recuerde que aquí hablamos de SALUD.

Plantearé un marco mucho más exigente, proponiendo una estrategia que activamente siembre vigor en cada una de las células del organismo.

Vamos a llamar a nuestra mesa a los alimentos amigos y dejaremos pasar de largo a los que no cumplan este requisito.

Lo que comemos determina parámetros tan importantes para la salud como los niveles de glucosa (azúcar) e insulina en sangre, o la tasa de acidez-alcalinidad (pH) del medio interno. Estos parámetros deben mantenerse dentro de unos límites concretos y bien definidos y las fluctuaciones reiteradas que los rebasan ponen en jaque a cada una de las células y por ende al organismo en su conjunto haciendo tambalear la salud.

Observando el prisma desde el otro lado, concluiríamos que si seleccionamos bien lo que ingerimos tendremos el control de estas variables y por tanto contribuiremos continuadamente a nuestro propio bienestar.

Y… así es.

No pecaré de simplista. Es evidente que sobre nuestras vidas inciden factores muy diversos que pueden comprometer nuestra condición física; desde la contaminación a las radiaciones, la emocionalidad o el sedentarismo, los medicamentos o las intoxicaciones, incluso los accidentes, pongamos por caso; algunos de ellos parecen difícilmente controlables.

Asumiendo que este es el panorama general, habremos de reconocer que la alimentación es un factor reincidente ya que comemos cada día y varias veces por jornada;  por ello, la forma en que lo hacemos conlleva inevitables consecuencias e imprime su huella cotidiana a nuestro favor o en nuestra contra.

La ventaja fundamental respecto a este factor incidente reside en que cada cual elige qué, cuándo, cómo y cuánto quiere comer. Por tanto, si asumimos esta auto-responsabilidad, contaremos con una magnífica herramienta de salud al alcance de nuestras propias manos. Tentador… ¿verdad?

Y… aunque parece que aún no nos hemos percatado de ello… es una herramienta muy, muy muy eficaz que revierte excelentes resultados, tanto como prevención, rehuyendo la enfermedad, como en lo terapéutico, rescatando la salud perdida o mejorando claramente el estado general.

comida sana

¿Y… cómo cosechar estos resultados?

Habremos de comenzar por evitar algunos productos demasiado presentes en la dieta estándar actual y causantes de desequilibrios y problemas metabólicos importantes.

El azúcar sea ingerido en forma aislada o incluida en productos de bollería, galletas, helados, conservas… es un enemigo irreconciliable. Favorece la inflamación y agota la vitamina B, los neurotransmisores cerebrales y el magnesio. Alejarlo de la dieta habitual es un punto de partida irrevocable.

Los químicos añadidos a los alimentos industrializados son otro flanco a combatir. Para evitarlos recurriremos sistemáticamente a alimentos naturales, frescos y ecológicos.

Los lácteos nos complican mucho la vida-salud. Inflaman las mucosas incrementando, como protección, la producción de moco en todas las cavidades con consecuencias negativas a nivel respiratorio y ORL con amigdalitis de repetición, otitis, sinusitis, bronquitis… a nivel digestivo con dispepsias, diarrea, estreñimiento…  en lo ginecológico, en las alergias, etc.

El alcohol y el tabaco son tóxicos que ponemos en contacto directo con nuestra sangre; frenan cualquier reparación.

En su lugar vamos a poner unos alimentos-tesoro que la naturaleza nos ofrece con toda su abundancia y que harán las delicias de cualquier paladar además de honrar y preservar el equilibrio de las funciones orgánicas.

Las legumbres son un referente principal; esos garbanzos, lentejas, judías/alubias, guisantes… que han formado parte de la más arraigada tradición mediterránea, plagadas de nutrientes selectos y de fibra alimentaria natural y dispuesta en su justa medida. Bien cocidas y acompañadas de verduras habrán de visitar con frecuencia nuestra buena mesa.

Los cereales. Pero… ¡atención! Los cereales que se adquieren crudos y en grano completo; no los transformados, inflados, azucarados y envasados (osea, estropeados) y publicitados con profusión para hacer unos desayunos para nada saludables. Habremos de inundar nuestros platos diarios de arroz integral, de mijo, de cebada, de trigo sarraceno o de quinoa para asegurar un completo, limpio y delicioso aporte de nutrientes de alta calidad y adecuadas proporciones.

Las verduras que cada temporada nos ofrece son el acompañante perfecto de cualquier menú. La variedad de que disponemos es infinita a lo largo del año. Además, cada tipo de hortaliza nos brinda unas cualidades diferentes,con lo que la alternancia o la combinación de las variantes disponibles en cada momento, completará un puzle rico en propiedades, en texturas y sabor.

Completar, a gusto, con un poco de pescado (mejor salvaje) y de fruta del tiempo cerrará una estrategia inicial con perspectivas de altos vuelos para su bienestar.

Saboree y disfrute su SALUD.

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1 Comment

  1. Avatar Lorena Gaviria el 7 abril, 2020 a las 5:36 am

    Interesante articulo. Gracias por compartirlo.

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